El pasado Sábado Santo, Manolo amablemente, nos invitó a comer a su cortijo, así que dicho y hecho, a media mañana. Quedamos a partir de las 12, y como siempre cada uno fue llegando a una hora. Manolo fue el primero que se fue para el campo para ir encendiendo el fuego e ir preparando el arroz. Yo me quedé con Pedro y al final esperamos a que llegaran los demás porque no sabían como llegar.
Cuando llegamos, casi a las 2:15 estaba y todo preparado: Los aperitivos en la mesa y el arroz en el fuego, una lástima llegar tarde por no haber podido ayudar, pero… que mejor que encontrárselo todo preparado…
Nos fuimos luego a comer al salón, cerca del fuego para estar más calenticos y a saborear el rico arroz y alguna comida anticolesterol que todavía quedaba.
Y después de la comida, con sus cervecitas y sus vinicos, vino la hora de la sobremesa, acompañado de unos digestivos y Pedro y su guitarra, por supuesto.
Después, poco antes de que empezara a atardecer, decidimos cambiarnos de emplazamiento: nos volvimos del campo y nos vinimos a Martos, y Asensio nos invitó amablemente a continuar en su cosa a tomarnos una copilla. Allí fue un poco desastre, Pedro continuó con su guitarra, continuamos con los digestivos y la gente empezó a entrar y salir, venían unos, se quedaban, se iban, venían otros, etc. Al final nos apalancamos, pedimos unas pizzas para cenar y continuamos hasta altas horas, cuando algunos que se quedaron con ganas se fueron para el Bauhaus.
Un sábado muy bien aprovechado.