El otro día terminé de leerme el pequeño relato del marteño Enrique Castillo, «Regreso a Luzón». En él cuenta de una forma amena y coloquial la invitación por parte del gobierno filipino para visitar Baler, como conmemoración del aniversario de la guerra de Filipinas y del sitio de Baler: El bisabuelo del autor, Felipe Castillo Castillo fue uno de los supervivientes, los llamados «Últimos de Filipinas«.
En el relato, Enrique nos cuenta el viaje de su familia en crucero para atravesar medio mundo, el medio en el que los soldados españoles llegaban hasta Filipinas a cumplir su servicio militar en una época tan difícil.
Otro capítulo está dedicado a las vivencias de su abuelo y el transcurso del sitio visto por los soldados españoles y las difíciles situaciones a las que tuvieron que hacer frente: Durante casi un año encerrados en un edificio insalubre, recibiendo ataques continuos de los insurrectos filipinos y sin acceso a alimentos frescos.
El viaje del autor de Manila a Baler y las excursiones organizadas ocupan otra parte del libro, y la vuelta a casa, donde el autor aprovecha para introducir un pequeño percance en el crucero, que los hace llegar a una isla desierta y donde los supervivientes tienen que organizarse de una forma similar a como lo hicieron aquellos soldados españoles en la lejana fecha de 1898.
Un relato ligero, fácil y ameno de leer.