27 noviembre, 2005
por admin
5 comentarios
Pues al final el pueblo que hemos ido a visitar se llamaba Marburg, así que primer vayamos por partes.
Como tampoco es cuestión de madrugar, después de ver los horarios de los trenes, los transbordos y tal decidimos coger el tren de las 10:30, así que a las 10 todos en la parada del autobús que hay enfrente de Karlshof.
Al final estábamos 6: una italiana, dos españolas y tres españoles. Hemos cogido el autobús urbano hasta la estación de trenes, allí hemos cogido el tren Darmstadt – Frankfurt y en Frankfurt el de Frankfurt-Marburg, perteneciente a la línea Frankfurt – Kassel.
Llegamos a Marburg a eso de las 12 y pico (como decíamos en Múnich este verano, da igual donde vayas, todo está a dos horas en tren, que chiste más malo). Durante el viaje hemos visto como está todo nevado, todos los campos, todos los árboles en el bosque, las vías del tren, en fin muy de postal de navidad alemana. Aunque claro ahora que se pisa la nieve y se forman placas de hielo, eso no tiene tanta gracia…
Bueno, al llegar a Marburg lo primero de lo que nos dimos cuenta fue del frio que hace: Dicen que Darmstadt es una ciudad bastante cálida para estar en Alemania y los alrededores son más frios, pues si la verdad es que en Marburg hacía bastante frio, lo primero que hicimos fue dar una vuelta de reconocimiento para ir buscando el centro, hasta que nos dimos con una iglesia muy grande y alrededor de la cual habían montado un Weinachtsmarkt
Después de ver la iglesia nos metimos en el centro de la ciudad propiamente dicho. La verdad es que el centro es muy pintoresco, está lleno de casas que tienen las vigas de maderas vistas, como las que vi en Mainz pero la verdad es que en más número, vamos como dice un amigo mio, las casas estas son como las de Heidi, aunque ya no me acuerdo muy bien de como eran en la serie ésta.
Bueno, pues hemos estado dando vueltas por el centro, hemos visto la plaza del ayuntamiento, donde había una fuente con San Jorge y el dragón, otro Weinachtsmarket y muchas casas con las vigas de madera vistas.
Es curioso que cuando ves estas casas con detenimiento parecen que se van a caer porque cada planta es un poco más grande que la de abajo, con lo cual la fachada y las paredes laterales dan la sensación de estar ladeadas, pero vamos que sólo es un efecto óptico.
Seguimos dando vueltas por la ciudad y subiendo hacia una especie de castillo que hay en la ciudad en la parte alta y viendo más edificios y un par de iglesias por el camino.
Allí en el pseudo-castillo era curioso como estaba toda la nieve «sin estrenar», había algunos que la habían aprovechado para hacer muñecos de nieve y demás divertimentos lúdicos. Es curioso como cruje la nieve cuando la pisas por primera vez.
Desde el castillo había unas vistas muy bonitas (la fotografía del post es de un poco más abajo), de toda la ciudad con todo nevado, todo blanco y todo tan alemán.
Como ya era hora de comer nos bajamos para la ciudad y buscamos algún sitio donde comer, encontramos una cafetería que tenía buena pinta y allí que entramos, prácticamente nos decantamos por «baguettes» que han resultado ser bocadillos (yo pensé que serían como pizzas), pasta (que es lo que me pedí: macarrones con cuatro tipo de quesos y salsa de nata) y pizzas.
Se ve que han tenido problemas con la cocina porque las pizzas han llegado tardísimo y han venido dos bocadillos de regalo, es decir que no los habíamos pedido y los trajeron, teniéndo que volver a llevárselo.
En fin, cuando salimos de la cafetería ya era bastante tarde y pensamos en ir yéndonos para la estación de trenes, que al fin y al cabo, como no sabíamos donde estaba tardaríamos algún tiempo en encontrarla, como así fue, menos mal que llegamos justo a tiempo para coger el tren de vuelta a Frankfurt justo a tiempo. Luego de Frankfurt a Darmstadt y a casica que con el frio que hace apetece estar calentico.