El sábado, después de tantas emociones, nos dio por hacer algo cultural, así que nos comentó Alfonso (que sé que lee el blog y le hará ilusión ver su nombre) que estaba la noche de los museos («Nacht der Museen» en alemán), consiste en que uno paga una entrada única de 11 ?, y tiene la posibilidad de visitar cualquier museo de los de la ciudad de Frankfurt. En fin, dicho y hecho, después de volver de comprar la bicicleta, hablé con Rubén, se apuntó Elena también, cogimos las bicicletas, bajamos a la estación de trenes y para Frankfurt.
Cuando llegamos a Frankfurt estábamos un poco perdidos, pero enseguida nos orientamos: Cogimos un metro hasta Willy-Brandt-Platz y allí encontramos el Museo Arqueológico, que buen sitio para empezar. Fue muy interesante, el Museo Arqueológico se encuentra en una antigua iglesia ya demás tenían una exposición sobre «ítzi«, la momia del hombre del neolítico que encontraron en los Alpes. La exposición permanente del museo la verdad es que no era muy grande, aunque las piezas estaban muy bien seleccionadas, tenían hachas neolíticas, cerámica campaniforme, y luego utensilios de la edad de los metales, algo de la dominación romana (los romanos llegaron a entrar en Frankfurt), por lo que tenían cosas como armas, lápidas funerarias, ladrillos, cerámica, etc.
Después tenían algo de los reinos que vinieron después, (Carlomagno y todas esas cosas).
También había algunas salas donde había cerámica griega, y cosas del antiguo Egipto y de Mesopotamia. En fin, que el museo fue de lo más interesante.
Después fuimos al museo «Judengasse«, que significa algo así como callejón de los judíos, resulta que hasta mediados del siglo XIX, en Frankfurt había una calle donde vivían los judíos (algo así como las juderías en España), y han preservado esta casa convirtiéndola en un museo, la verdad es que no tenía nada del otro mundo: Sólo los cimientos de una antigua casa y una exposición de arte moderno.
Cuando nos cansamos fuimos a ver el Museo de Arte Moderno, ya se sabe, cuadros raros, y cosas por el estilo, fue gracioso porque estaban repartiendo galletas de la suerte chinas, se ve que había alguna exposición de cosas chinas, y había muchachas vestidas de chinas repartiendo las galletas, no sé cuantas pudimos comernos, pero desde luego muchas.
Una de las cosas que más me gustaron del museo fue una exposición de fotografía de 1985 sobre China, aunque había otras cosas llamativas, como una sala que era un dormitorio, u otra sala donde había un tabique y del tabique salían un par de piernas, en fin, lo que se llama arte moderno.
Y ya cuando nos cansamos de vuelta a casa, cogimos un S-Bahn (Un tren de cercanías) y para Darmstadt de vuelta.
1 mayo, 2006
por admin
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