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Blog personal de José Ramón Martínez Pérez.

24 octubre, 2006
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Comienza la temporada numismática: Subastas

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Se nota que empieza la temporada numismática, después del verano, la gente que vuelve de las vacaciones, con ganas de comprar monedas… y sobre todo con la cartera llena (eso ya es más difícil).
Si el otro día comentaba que había una subasta de Aúreo, ayer encontré dos subastas nuevas: Una subasta es de Jesús Vico, para el 16 de Noviembre y la otra es de la Numismática Herrero.
Los dos catálogos se pueden consultar por internet, el catálogo de la Numismática Herrero y el de Jesús Vico.
Y entre las monedas que hay, pues de todo un poco, entre las más interesantes, como ya he visto otras veces, un triente visigodo de Tucci, vamos, de Martos.
En fin, y lo dicho, que aunque no os interesen las monedas, seguramente será interesante darle al ojo, para saber como se compraban y vendían cosas antes.

24 octubre, 2006
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Conferencia de Arquitectura: Bizancio el epílogo de un imperio

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Ayer hubo una conferencia muy interesante en el C.M.U. Cardenal Cisneros: «Bizancio, el epílogo de un imperio», que correspondía a arquitectura. El profesor que la tio: Bernardino Líndez Vílchez. No es la primera vez que he asistido a una conferencia de este profesor y la verdad es que son muy interesantes, porque da una visión histórica de la arquitectura, y es que hay que aprovechar estas conferencias que dan en el Colegio Mayor.
La conferencia empezó dando una pequeña introducción de la arquitectura de Roma: elementos que utilizaban: ladrillo, piedra y hormigón, la funcionalidad de la arquitectura romana y muchos edificios que se conservan, basílicas, templos, teatros, anfiteatros, y en especial el Panteón de Agripa. Como dato curioso, la iglesia católica de Darmstadt tenía la misma forma. Ya pondré algún día algún artículo.
Y luego enlaza con la arquitectura de Bizancio, destacando que son los que inventaron las «pechinas«, es decir, cómo encajar una cúpula con una planta cuadrada, y la obra cumbre de la arquitectura de Bizancio: la Iglesia de Santa Sofía.
En fin, muy interesante.

24 octubre, 2006
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Visita al museo del ferrocarril de Kranichstein

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El último día que estuve en Darmstadt hice muchas cosas, tantas fueron que no tuve tiempo de escribirlas, y antes de que se me olviden, más vale que las escriba en el blog.
El día 27 fue miércoles, y los miércoles estaba abierto el Museo del Ferrocarril de Kranichstein. Así que nada, sabiendo que a las 10 lo abrían, madrugué un poco, callejeé y cogí el tranvía enfrente de Karlshof, por donde está el Eissporthalle, donde se puede coger el tranvía 4 ó 5 que te lleva hasta Kranichstein. La parada fin de línea es además la estación de trenes de Kranichstein, lugar donde también está el museo.
La verdad es que cuando llegué no había nadie en el museo, (a parte de la gente que trabaja allí, claro), pagué la entrada (creo que fueron 4 ?) y un hombre vino conmigo para enseñarme el museo.
Dentro de la caseta del museo tienen algunas piezas como señales de vías, una colección de gorras, uniformes (hubo alguna época en que militarizaron el cuerpo), billetes, máquinas de imprimir billetes y demás cosas auxiliares de los ferrocarriles.
La primera pieza que tienen es una locomotora desmontada en el que se ve el mecanismo de la máquina de vapor.
Luego se entra a una zona que está vallada y donde hay que entrar con la compañía de la gente del museo.
Allí es donde tienen las locomotoras «aparcadas». Al entrar tienen un puente que gira y por el que pueden sacar las locomotoras que tienen en exposición, allí tienen una locomotora eléctrica, que el hombre me explicó un montón de cosas, pero sólo me enteré que eran muy diferentes a las actuales por el tipo de motores (tensiones, trifásicas, y cosas de esas), allí también tenían algunas de carbón, por ejemplo tenían una que era capaz de alcanzar los 120 – 150 km/h. ¿La forma de alcanzarlos? Haciendo las ruedas más grandes, porque se ve que no podían hacer que el motor de vapor directamente diera más revoluciones.
Tenían también algunas locomotoras de gasoil, etc.
Luego tenían una nave donde también tenían muchas locomotoras de vapor, tenían una que era muy curiosa: Era una locomotora alemana de la I Guerra Mundial que cosa de las alienzas entre países, fue a terminar a Turquía (aliada de Alemania en la I Guerra Mundial), la locomotora estaba abierta porque la estaban arreglando y había un dibujo grabado con forma de media luna y la fecha de 1967, fecha de la última reparación en Turquía. Es decir, que estuvo más de 50 años en funcionamiento, y eso que la locomotora sólo alcanzaba 60 km/h.
Tenían también una locomotora de vapor de la II Guerra Mundial que funcionaba con petróleo, es decir, en vez de quemar carbón quemaban petróleo, y medían la capacidad en metros cúbicos: el depósito tenía una capacidad de 12 metros cúbicos: 12.000 litros de capacidad. Y es que este procedimiento no será muy efectivo.
Tenían también una locomotora de vapor de los años 50, el canto del cisne de las locomotoras de vapor.
Una locomotora muy interesante que tenían era de Austria de finales del siglo XIX (creo que era la más antigua del museo) que tenía dos calderas: La locomotora tenía dos mecanismos: Una para circular por vías normales y una segunda para circular por vías de montaña (ferrocarriles de cremallera)
Tenían también una locomotora de los años 40-50 de gasoil desmontada. Al verlo, el motor me recordó mucho al motor del submarino que sale en la película «Das Boot» (película muy recomendada). Así que le pregunté y me lo confirmó: eran el mismo motor (o parecidos): motores MAN, como los camiones de hoy en día, pero de hace 50 años.
Luego fuera tenían más locomotoras, aunque estas estaban ya más arrumbadas y olvidadas: locomotoras eléctricas, de gasoil, distintos tipos de vagones, muestras de cabrón, ruedas de trenes, etc.
Y cuando ya ví todo el museo, me volví para Karlshof, que todavía me quedaban muchas cosas por hacer, que era el día que iba a terminar mi Erasmus.
Y por supuesto, todas las explicaciones del museo fueron en alemán…