El martes me levanté un poco temprano: No sabía a que hora habíamos quedado con los profesores, ni cuando sería el desayuno ni nada, vamos que estaba un poco desinformado.
El desayuno empezó a las 8:30 y estaba muy bien: tostadas de mantequilla con mermelada, cereales, cola-cao, embutido, y es que hay coger fuerzas para estar luego todo el día tirándose por la nieve.
Después del desayuno cogimos nuestros bocadillos de la comida y andando, para las pistas, repitiendo el recorrido aprendido el día de antes.
El día amaneció con viento y nevando, así que no pintaba muy bien, no sabíamos si podríamos esquiar o tendríamos que quedarnos en el albergue por los remontes parados, aunque al final todo se arregló, y encima con nieve virgen para poder esquiar.
En Borreguiles tuvimos que esperar al monitor que llegase de Granada, que con el mal tiempo se había encontrado con un par de atascos, así que mientras llegaba y no llegaba, estuvimos tirándonos por la alfombra de Borreguiles.
Cuando llegó empezó a enseñarnos la cuña, como girar con la cuña poco a poco y seguimos practicando en la alfombra de Borreguiles, y después a tirarnos por un remonte más serio, con telesillas y todo, Borreguiles I y II, y allí nos tiramos por una pista que ya era más larga, tenía algo más de pendiente y ya daba más de sí para hacer más ejercicios, y como uno no tuviera cuidado, para caerse.
Después de hacer los ejercicios, ya haciendo diagonales, girando haciendo la cuña y eso, para las dos de la tarde, a comer al Nevasol de nuevo.
Rafa se empeñó en acompañarnos a tirarnos otra vez por Borreguiles, aprovechando que sabe esquiar muy bien para hacernos un vídeo.

Importante: Cualquier parecido de lo que se me ve haciendo en el vídeo con el deporte conocido como esquí es pura coincidencia.
Y después de que el ridículo fuera inmortalizado para la posteridad, para el albergue, antes de que cerrasen los remontes, y por las tardes a entretenerse jugando a las cartas, y al futbolín, que también tenían uno en la cafetería del albergue.