Y es que todo tiene un fin, el jueves fue el cuarto y último día del cursillo de esquí. Que lastimica. Si por mi hubiera sido me hubiera quedado una semana más, pero en fin.
El jueves amaneció un día bastante malo, nublado y nevando/lloviendo, además algunos se despertaron con algo de resaquilla del día anterior, así que después de desayunar se decidió que hacer, continuar con las clases o quedarse en el albergue. Yo no tuve problema: Había subido a esquiar, así que si había posibilidades de esquiar, allá iba yo.
Tal y como hicimos el miércoles volvimos a ir hasta las pistas esquiando, más rápido y más divertido.
Se supone que el jueves íbamos a empezar a hacer ejercicios de esquí en paralelo, que es mejor que ir haciendo la cuña para torcer, pero desgraciadamente, el mal tiempo y en especial la niebla, que hacía que no se viese más allá de 3 metros, hicieron que no se pudiera dar clase normal, así que nos limitamos a tirarnos varias veces por la pista de La Perdiz y a intentar ir cerrando poco a poco la cuña, siguiendo las instrucciones del monitor.
Sobre las dos o por ahí cortamos para parar a comer, porque además es que tampoco las condiciones acompañaban mucho
Comimos en Borreguiles los bocadillos del albergue y aprovechamos para secarnos un poco porque estábamos empapados de la nieve/lluvia/niebla/…
Y después se fueron todos para el albergue que no tenían más ganas de seguir esquiando, pero yo, que al final le cogí el gustillo a esto me quedé con Carlos Tenor (experto esquiador), y seguimos tirándonos por La Perdiz, el tiempo era nada más que regular: había viento niebla y estaba lloviendo/nevando, además con la «velocidad» (ya ves tú la velocidad que podría pillar…) de bajar por la pista la nieve daba en la cara y molestaba.
Al final Carlos me convenció para que me tirara por la pista del Río (la de la foto), que ya es de color azul (hasta ahora sólo me había tirado por pistas verdes y las azules que hay para llegar desde el albergue hasta Borreguiles). La pista del Río es un poco emblemática en Sierra Nevada, es de las más largas (más de 3 km. de descenso) y que une Borreguiles con Pradollano. Y como me decía Rafa: «nos despedimos de la Sierra a lo grande».
Así que nada, con mucho cuidaíco para no caerme y guiándome Rafa para decirme por donde tenía que entrar a las palas, conseguí llegar hasta Pradollano. ?Sin caerme ni una sola vez!, que había algunas partes que cuando te asomabas te entraba un canguelo…
Y luego desde Pradollano cogimos los remontes hasta el albergue, allí vimos a los que se habían quedado toda la mañana en el albergue, dejamos el equipo, devolvimos los forfait, nos devolvieron nuestras fianzas y a esperar a montarnos el autobús para volvernos a Granada, vuelta a la rutina, que se acabó lo bueno.
En conclusión: Me ha gustado esto del esquí, me parece que voy a repetir.
25 febrero, 2007
por admin
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