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Blog personal de José Ramón Martínez Pérez.

Primer día en la Oktoberfest

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El lunes, después del tremendo éxito de la presentación, nos comentaron los compañeros de la oficina de ir a la Oktoberfest, así que dicho y hecho. A las 4 dejábamos el trabajo aparcado, y rumbo a la Oktoberfest.
Después de coger un S-Bahn, un U-Bahn, ir andando un trozo y esperar a otro de los compañeros de la oficina que llegó un poco tarde, empezamos a darnos una vuelta por todo el bullicio del «Wiesn», y a buscar una caseta que nos gustara.
Pensamos en entrar en la Líwenbrau, pero a uno de los compañeros no le gustaba esa cerveza, que ya es ser profesional, la verdad, así que nos fuimos a una de las casetas de Paulaner, en concreto, a ésta que tiene una torre con una jarra en lo alto que da vueltas.
Nos sentamos en la parte de fuera de la caseta, aprovechando que hacía buen tiempo, la parte de fuera es algo así como un Biergarten, pero en la Oktoberfest.
Y claro, lo primero que nos pedimos… una cerveza, una Maí (no hay otro tamaño, los compañeros del trabajo nos dijeron en broma que no hay cervezas para niños, je, je, je), y a brindar con ella… ?Prost!
Después de un rato, empezamos a pedir Bretzel, y algún que otro pollo, que es la comida típica de la Oktoberfest. (Alcohol, Sal y Grasa, lo mejor para la salud, je, je, je).
Después entré en la caseta para echarle un vistazo a ver como era por dentro. Son casetas como las que puedan haber en las ferias de España, pero pensadas para albergar a varios miles de personas, con varias zonas, algunas más separadas. En el centro suele haber una orquesta tocando para dar ambiente. Y sobre todo, mucha cerveza, y muchas camareras llevando muchas cervezas juntas de un lado para otro.
Cuando nos cansamos de estar en esta caseta, nos cambiamos a otra, también de Paulaner, con un nombre un tanto gracioso «Armbrustschutzelt», que no sé muy bien como traducir, aprovechando que teníamos unos tickets para comida y cerveza.
Allí conocimos a dos sudamericanos que estaban en una mesa reservada por una empresa pero que ya habían terminado así que nos cedieron el sitio, amablemente, y allí nos pusimos a tomarnos también otras cervecicas fresquitas.
Ahí ya fue cuando a algunos se les fue la cabeza…y se pusieron a bailar encima de los bancos, pero no pasa nada, en muchas casetas está permitido. Lo que sí que está prohibido es bailar encima de las mesas.
Y cuando ya se hizo un poco tarde, a casa a descansar, que el martes había que trabajar de todas formas…

4 comentarios

  1. Uy, uy!!! creo que lo que cuetas me suena de algo… y dónden están las fotos de la rubias??? porque seguro que has hecho… queremos el montaje del director, así que pon la versión B) de la Oktoberfest 😉

    Por cierto buen viaje de vuelta, creo que lo tienes mananan. Cuidate

  2. Creo que soy un poco como tu tengo un blog y publico mis historias, claro que de otra forma pero bueno yo creo que lo mejor es que te pases y lo veas tu mismo.

    Muchas gracias y espero verte pronto

    http://de-que-depende.blogspot.com/

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