El viernes por la tarde, después de que todos terminásemos nuestra respectivas jornadas laborales, salimos para Málaga, a eso de las 9 estábamos rumbo a Fuengirola, donde pasaríamos la noche para llegar tempranico al avión.
Aprovechamos para cenar unas pizzas en el apartamento, mientras veíamos la película «Philadelphia«.
El sábado a las 5 de la mañana estábamos en pie, cogimos el tren en Fuengirola y hasta el aeropuerto, donde nos bajamos en un apeadero un poco cutre. íbamos bien de tiempo para facturar y coger el avión.
A las 10 (hora ya inglesa) estábamos en el aeropuerto de Gatwick, ?Ya estábamos en Inglaterra!, ya sólo quedaba llegar hasta Londres, después de dar vueltas por el aeropuerto conseguimos enterarnos que había un tren directo de Gatwick hasta la estación de trenes de Virginia. Así que copramos los billetes y una hora después, ?Ya estábamos en Londres! El destino de nuestras mini-vacaciones a costa de Santa Marta.
La salida del aeropuerto era un follón con muchísima gente de múltiples procedencias sin saber para donde tirar, así que nosotros salimos y en cuanto vimos una parada de taxis, allá que fuimos para que nos llevaran hasta el hotel.
En el hotel nos dijeron que hasta las 2 de la tarde (eran las 12 de la mañana, hora inglesa) no podíamos entrar en las habitaciones, así que dejamos las maletas en recepción y nos pusimos a dar un paseo por Londres, aprovechando que estábamos ya menos cargados de equipaje.
Aprovechamos para comer en un Mac Donalds cercano al hotel, y luego andando, andando, llegamos a un parque «El parque del Regente» o algo así. Se parece mucho a los típicos parques que había por las ciudades alemanas, y era enorme, con varias partes, nos encontramos (entre otras muchas cosas), una boda, una calle por mitad por donde circulaban coches (pocos), casas, en la cercanía, gente practicando deportes, lagos y animales, y un grupo de chicas celebrando un cumpleaños al ritmo de un gaitero, algo realmente curioso…
A las 2 (ó las 3), conseguimos dejar las maletas en el hotel, y como ya lo teníamos todo hecho, decidimos dormir un poco la siesta, ese gran invento nacional que tantas cosas buenas ha hecho por el mundo.
Cuando nos levantamos, decidimos darnos un paseo por Londres, así que nos fuimos desde nuestro hotel, que estaba en la zona de la calle Baker (cerca de donde vivía Sherlock Holmes) hasta llegar al centro de Londres, poco a poco fuimos cambiando desde barrios residenciales, donde está al hotel, hasta el centro de Londres mucho más bullicio y con mucho más comercio, incluso algunos de ellos eran españoles: Zara, Mango,…
Llegamos a Picadilly Circus, una plaza muy céntrica de Londres y seguimos andando hasta llegar a Trafalgar Square, otra plaza céntrica de Londres, y desde la que ya se ve el Big Ben y coronada con una estatua del almirante Nelson. Continuamos bajando, pasando por un arco que da entrada a los jardines de Buckingham, donde cerca encontré un cajero, y por fin conseguí mis primeras libras. Pasamos por la puerta de la calle Downing Street.
Continuando un poco llegamos a la zona donde está el parlamento y su famoso Big Ben, y la abadía de Westminster.
Nos entretuvimos bastante cruzando el río y haciendonos fotografías, junto al que seguramente será el monumento más conocido de Londres.
Continuamos por la otra orilla del río, pasamos junto a la noria gigante «El ojo de Londres» y continuamos para deshacer el camino, esta vez visitando Londres de noche; aunque finalmente el cansancio pudo con nosotros y decidimos coger un taxi para volver al hotel.
Cerca del hotel encontramos un bar, o un pub típico inglés y decidimos probar a tomarnos una cervecilla y algo para cenar. Lo de cenar fue imposible porque eran las 11 (la cocina cerraba a las 21:30) y las cervezas justas, porque cerraban a las 11 de la noche. No está mal la cerveza inglesa, nada más, y el tamaño, una pinta , un poco menos de medio litro. Estos ingleses, siempre con sus medidas raras.
Y luego a la cama, que nos esperaban otros días muy cargados.
31 julio, 2008
por admin
5 comentarios