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Blog personal de José Ramón Martínez Pérez.

23 octubre, 2009
por admin
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La moneda más cara


Así anunciaban en las noticias la subasta de ayer de Aúreo: Tres subastas que ha habido a lo largo del 2009, con piezas muy seleccionadas: Caballero de las Yndias; América y Filipinas el 8 de abril, Europa el 3 de Junio y España el 22 y el 22 de Octubre.
La moneda en cuestión se trata de un centén, moneda de 100 escudos, unos 339,35 gramos de oro, para hacernos una idea del tamaño que tiene. Ceca de Segovia, 1609. ínico ejemplar conocido de este año.
He aquí la información publicada en el catálogo:
Los antecedentes directos del centén se hallan en la propia tradición numismática castellano-leonesa: la dupla magna o «dobla de diez doblas», de Fernando IV (antes atribuida a Fernando III) y de Pedro I; las piezas de 10 y de 20 dobas de Juan iI (ambas en la Biblioteca Nacional de París); la «dobla de 0 enriques», cuyos 228, gramos constituyeron un hito (también en la BNP); y los 50 excelentes de los Reyes Católicos, con 176 gramos de los que la Hispanic Society of America conserva el único ejemplar conocido.
El primer año de acuñación de las grandes piezas de ostentación, el centén (de oro) y el cincuentín (de plata) es 1609. Solamente en el Real Ingenio de la Moneda de Segovia se podían realizar tan extraordinarias labores, pues era la única ceca dotada de la maquinaria necesaria para ello.
El mecanismo consistía en dos cilindros laminadores que ejercían gran presión sobre la plancha de metal noble introducida entre ambos. Dichos cilindros habían sido labrados para convertirlos en cuños, de manera que la plancha en cuestión quedaba grabada por ambas caras. Los cospeles eran recortados posteriormente hasta lograr el peso exacto, procurando al mismo tiempo respetar tanto como fuera posible la circunferencia linear externa o, al menos, la gráfica dentada; naturalmente, este equilibrio implicaba un meticuloso cálculo del grosor de la plancha que iba a servir de cospel.
Finalmente, en el caso de estas piezas de gran módulo, se procedía a un acabado a mano, procurando subsanar los defectos más notables que se hubieran produciendo como resultado de diversos factores: por la fusión imperfecta del metal; por una presión mal regulada (que originaba las típicas estrías superficiales, presentes en mayor o menor medida en casi todos los cincuentines y en los contados centenes conocidos); o por la interposición de algún cuerpo extraño al tiempo de la operación (lo cual era fácil, ya que el metal se calentaba previamente y partículas de combustible solían causar pequeñas oquedades en la superficie).
El corpus de centenes es limitadísimo. De Felipe III se conocen sólo dos piezas: el de 1609 que ahora presentamos en la colección Caballero de las Yndias y otro ejemplar único de 1618. Junto con los cuatro especímenes acuñados bajo Felipe IV, parecen existir pues, un total de seis de estas majestuosas monedas.
Al final sólo hubo una puja por la moneda, quedando en el precio de salida, 800.000 euros; cantidad a la que hay que sumar los impuestos.
Pues bien, en esta subasta había otra centén, este segundo de Felipe IV con un precio de salida de «tan sólo» 500.000 euros.
Para el resto de los mortales, en Madrid, en el MAN puede verse un centén.
Y por el momento sigo pensando que Aureo es la mejor casas de subastas de numismática de España, porque no solamente estaban estas piezas, había otras únicas de la numismática española como 8 Escudos de Luis I, 100 pesetas del Gobierno provisional, 100 y 25 pesetas de Amadeo I, impresionante.
CABALLERO DE LAS YNDIAS