Aprovechand que mi hermana está en suiza de Erasmus, no podía pasar la oportunidad de hacerle una visita, y así conocer un poco de Suiza, así que dicho y hecho; aprovechando que el fin de semana hubo un puente aquí en Alemania y tenía libres jueves y viernes; busqué un vuelo: Dresde – Ginebra, con Lufthansa, aunque la parte mala es que salía a las 6 de la mañana (me tuve que levantar a las 3 de la mañana para poder coger el avión), y la parte buena es que a las 10 estaba ya en Ginebra. En el aeropuerto me recogió mi hermana, y ya que estábamos allí decidimos visitar Ginebra. En el propio aeropuerto de Ginebra hay una estación de trenes, compramos un billete y en un ratillo llegamos a la estación de trenes de Ginebra.
Desde allí salimos y cogimos una calle que nos bajó hasta el lago Lemán, donde pudimos ver el géiser artificial que hay en Ginebra y que prácticamente se ha convertido en un símbolo de la ciudad. Cruzando sobre el lago se entra en el casco antiguo, y comienzan las cuestas: Nada que envidiar a Martos, Suiza es un país muy montañoso y no hay que ir muy lejos para comprobarlo: basta con visitar sus ciudades, subir sus cuestas y admirar las montañas que lo rodean.
Continuamos subiendo, buscando la catedral, que nos servía de referente con sus torres, y buscando buscando junto a la catedral vimos el antiguo edificio que la sede de la Sociedad de Naciones (algo así como la ONU de después de la II Guerra Mundial), hasta que finalmente pudimos bordear la catedral y entrar. Muy interesante una capilla adyacente con frescos, vidrieras y decoración gótica.
Continuamos dando un paeo por el casco antiguo, encontrándonos con un edificio con los archivos, (no sé muy bien que archivos) y donde incluso tenían expuestos unos cañones de principios del siglo XIX.
Aprovechamos para sentarnos a comer, que ya era hora, aunque había llovido y hacía algo de fresquete nos sentamos en la terraza de un restaurante y aprovechando que tenían pescado en la carta, lo pedí (aunque fuese guisado con mantequilla, que en Alemania es un bien escaso).
Con la barriga llena, continuamos dando una vuelta por la ciudad, esta vez bajando hasta la zona nueva, donde nos encontramos con el ayuntamiento y el conservatorio de la ciudad; justo enfrente hay un gran parque con un monumento a la reforma religiosa; al salir del parque estuvimos andando un rato sin rumbo fijo, hasta que nos perdimos. Nos dimos la vuelta, y encontramos una iglesia ortodoxa, en la que pudimos entrar.
Cerca está también el Museo de la ciudad (Museo de Arte e Historia de Ginebra). Entramos y nos fuimos a visitar las salas de arqueología; aunque no se podían hacer fotografías, la colección era realmente impresionante: Arte egipcio, griego y romano, piezas interesantísimas, tanto de escultura, como de cerámica. Incluso egipcio tenían varios sarcófagos y varios fragmentos de papiro.
Tras salir del museo, estábamos algo cansados, así que fuimos a sentarnos y a tomarnos algo. El producto típico de Suiza es el chocolate, así que no podíamos fallar.
Ya descansados, fuimos a la parte nueva de la ciudad, cerca de la estación de trenes; como teníamos tiempo, fuimos a un parque y ya al lado de la estación de trenes vimos una iglesia católica del siglo XIX (La catedral es protestante) y una antigua facultad.
Finalmente cogimos el tren, y nos fuimos para Lausana, donde dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos a cenar a un asador. ?Que dura es la vida de turista!
24 mayo, 2010
por admin
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