Este fin de semana ha estado mi hermana de visita en Dresde, devolviéndome así la visita que yo le hice a Suiza en mayo. El jueves por la tarde, después del trabajo fui a recogerla al aeropuerto, y cogimos el S-Bahn que nos dejó en la estación de trenes; aunque tuvimos una parada por el camino por obras en la vía. Desde la estación de trenes hasta la residencia fuimos dando un paseo porque la distancia es muy corta, y además es por la Praguer Straí?e, una calle muy animada con mucho comercio, de Dresde.
Después de soltar las cosas, nos fuimos a cenar, y elegimos la zona de la Weií?e Gasse, una zona de restaurantes/bares detrás del Ayuntamiento, bastante animada; y al final fuimos a dar con un restaurante holandés; aunque la verdad es que yo no noté mucha diferencia con la comida alemana.
El lunes, después del trabajo, me volví para la residencia, y nos encontramos con más españoles, así que fuimos a la Mensa de la Universidad para comer, y luego nos volvimos para el centro de la ciudad; lo primero que íbamos a visitar en plan turistas.
Aunque el tiempo no acompañaba mucho, estaba nublado y chispeando, nos bajamos del tranvía y cruzamos el puente (Carolabrí?cke) sobre el Elba, desde el que pudimos disfrutar de la típica vista de la Terraza del Elba, con todos sus edificios. Nos fuimos dando un paseo por la orilla, hasta llegar al siguiente puente, el Augustusbrí?cke, allí vimos la escultura ecuestre del Rey «Augusto el Fuerte«, conocida como «Goldener Reiter«, y desde allí fuimos dando un paseo hasta llegar al casco antiguo; empezamos a pasear por la zona y nos fuimos a la Frauenkirche, que por fin pude visitar. Después nos fuimos dando un paseo hasta el Palacio, para subir a la torre y disfrutar de las vistas de la ciudad.
Desde allí, y como ya empezaba a ser un poco tarde, y muchas cosas empezarían a cerrar, nos fuimos para el Zwinger, un edificio de recreo, con varios patios enorme, y colecciones de pintura, escultura, porcelana, armas, etc.
Allí estuvimos dando una vuelta, subiendo a la planta superior, y recorriendo sus recobecos.
Después ya de tanto paseo, nos volvimos para la residencia a descansar un poco y coger el tranvía para ir a cenar a Neustadt; pasamos por el Kunstoff Passage con sus curiosas decoraciones de los bajantes de la lluvia. Al final, después de dar varias vueltas, fuimos a caer en un bar alemán, de comida americana, donde cenamos.
Y luego vuelta a casa, que aún quedaba el sábado y el domingo. ?Qué dura es la vida del turista!
11 agosto, 2010
por admin
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