La semana pasada terminé de leerme este pequeño cuento de George Orwell, «Animal Farm», o «Rebelion en la Granja«, como fue traducida en España.
Parodiando la Revolución soviética cuenta la historia de una granja, en la que capitaneados por unos cerdos (los animales más inteligentes de la granja), se sublevan contra los dueños de la granja, los humanos.
La revuelta tiene éxito, y cada animal, a su forma, simboliza algún elemento de la sociedad rusa: Los humanos eran los capitalistas opresores que son expulsados del paraíso comunista, los cerdos son los jefes del partido comunista, las ovejas los agricultores, los caballos los trabajadores de la industria, los cuervos los sacerdotes y los perros el ejército.
Entre los tres cerdos que encabezan la revolución está Major que muere de viejo (Lenin), Napoleon que se alza como líder de la granja, expulsando a su compañero Snowball (Trotski) de la granja, y lanzando contra él consignas de anti revolucionario y de estar en relaciones con los humanos. Continuamente re-escribiendo el pasado y lanzando nuevas consignas para borrar la memoria de los animales (concepto que ya aparece en 1984, el de re-escribir el pasado).
Pese a que los animales conservan su forma, se comportan como humanos, hablando entre ellos, representando cada uno al estamento al que pertenece. Aunque al principio de la revolución todo parece ir bien, poco a poco Napoleón impone su voluntad a sangre y muerte, llevando a los animales a vivir cada vez en peores condiciones (más trabajo y menos comida), aunque siempre consigue convencerlos de que siguen viviendo mejor que con los humanos.
De las 7 reglas iniciales que crear para la revolución (Todo lo que camine en dos piernas es un enemigo, todo lo que camine sobre cuatro patas o tenga alas es amigo, los animales no deben usar ropa, ningún animal debe dormir en una cama, ningún animal beberá alcohol, ningún animal matará a otro animal y todos los animales son iguales), los cerdos parece que empiezan a valorar algunas de las costumbres que tenían los humanos y se dan cuenta que son incompatibles con las normas, por lo que deciden reescribir las normas, para hacerlas compatibles; aprovechando especialmente de la mala memoria de los animales y de su incultura.
Interesante novela, crítica del Stalinismo, muy sencilla de leer, al ser prácticamente una fábula para niños, aunque con un trasfondo algo más complejo.
Animal Farm
30 agosto, 2010 | Sin comentarios