El otro día tenía ganas de ver una película que no fuese muy complicada y como tenía buen recuerdo de Iron Man, decidí ver su secuela, grave error…
La película comienza con Tony Stark (Robert Downey Jr.) reconociendo públicamente que es Iron Man, y responsabilizándose de mantener la paz mundial al margen de cualquier gobierno, lo cual hace irritar al gobierno de EE.UU.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce, el iridio de su fuente de energía está contaminándolo y matándolo lentamente lo que hace que preste menos atención a sus quehaceres, teniendo que entregar la dirección de su empresa a su secretaria, Pepper Potts (Gwyneth Paltrow). También es la ocasión en la que conocemos a su padre, fundador de la empresa Stark y no muy querido por su hijo debido a su dureza.
Pero claro, ¿Cuál es esta vez el antihéroe? Un ruso, Ivan Vanko (Mickey Rourke), hijo de un antiguo científico que tiene los planos del reactor / fuente de energía de Stark, y decide destruirlo, contando para ello con la ayuda del colega de profesión de Stark Justin Hammer (Sam Rockwell – Moon).
En definitiva, nunca segundas partes fueron buenas, siendo esta película un claro ejemplo, aunque entretiene y se deja ver, no es para echar cohetes, se carga unas cuantas leyes de la física de buen rollo, el argumento, la historia, es un poco flojo. Tan sólo cuenta tirar de guión y el gancho de los actores, incluída el fichaje estrella: Scarlett Johansson.