La última ciudad que visitamos estas vacaciones en Cuba fue la Habana, donde teníamos que coger el avión de vuelta; ya con más tranquilidad que cuando llegamos. Después del largo viaje de 12 horas desde Holguín, llegamos al Hotel, cenamos y descansamos para poder madrugar y aprovechar el último día que nos quedaba de vacaciones en Cuba.
El Hotel en el que estábamos era el «Habana Libre«, un hotel con mucha historia, construído durante los años de la dictadura de Batista, y primer cuartel general de los revolucionarios tras entrar en la Habana en 1959. Con 25 plantas, nosotros nos encontrábamos en la 23, y podíamos disfrutar de unas vistas panorámicas de la Habana impresionantes.
Situado en el barrio de Nuevo Vedado, y junto al Hotel Nacional, después de desayunar y coger las cámaras de fotos, nos fuimos dando un paseo por el malecón hasta llegar al centro histórico de la Habana.
Hacia atrás se va dejando el barrio de Nuevo Vedado y el perfil de los rascacielos de los hoteles de esa zona y hacia delante las fortalezas del «Castillo de la Punta«, junto a la que discurre el Malecón, y al otro lado de la bahía la fortaleza del Morro. Al poco se llega a la zona donde está el Capitolio, la embajada española.
Al cruzar un parque, aparece el centro histórico, casi de improviso y sorprendiéndonos: La entrada la marca el Seminario (adyacente a la Catedral) y otra fortaleza.
Al doblar una esquina, llegamos a la plaza de la Catedral, presidida por la Catedral, de estilo barroco y de fábrica jesuita; un bellísimo ejemplo de la arquitectura española en el Nuevo Mundo. Justo continuando la fachada de la catedral arranca una calle donde está el famosísimo local «La Bodeguita del Medio«, popularizada por escritores como Hemingway y según cuenta la leyenda, inventores del mojito.
Desde allí, por la parte trasera de la plaza, callejeando un poco se llega hasta la Plaza de Armas, donde se encuentra el Palacio de los Capitanes Generales. Es una plaza porticada, donde por sorpresa me encontré con un mercadillo callejero donde vendían libros, monedas, y antigüedades en general. También se encuentra en ella «El Templete«, un pequeño templo de estilo Neoclásico.
En otra de las esquinas se encuentra otra fortaleza «Castillo de la Real Fuerza«.
Sin lugar a dudas el edicio más impresionante es el Palacio de los Capitanes Generales, edificio donde residían los gobernadores militares de la isla y desde la que gobernaban. Con el devenir de los años tuvo varios usos, pasando con la independencia a ser Ayuntamiento y tras la Revolución museo de la ciudad.
Alberga una colección de objetos de uso cotidiáneo de la ciudad y objetos de la guerra de Independencia: banderas españolas y cubanas, uniformes, una sala dedicada al hundimiento del Maine con un par de objetos rescatados del barco, incluyendo la carta de felicitación del rey Alfonso XII al presidente cubano elegido en 1902.
Y tras una rápida visita al museo, vuelta a coger un taxi (Un Lada soviético) y al hotel, para recoger el equipaje y rumbo al aeropuerto. Las vacaciones terminaban y tocaba volver a España.
16 noviembre, 2012
por admin
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