Aprovechando estas vacaciones de Navidad, y el tiempo libre, terminé de leerme la primera novela de Santiago Posteguillo, profesor de literatura de la Universidad de Valencia; publicó su primera novela «Africanus, El Hijo del Cónsul», en el 2006, comenzando una trilogía sobre Publio Cornelio Escipión, «el Africano», el general romano que venció a los cartagineses en la segunda Guerra Púnica.
Esta novela comienza con el nacimiento de Escipión, hijo de Publio Cornelio Escipión, narrando en paralelo la historia de Amílcar, pasando hasta Hispania para controlar la península e ir acercando la guerra a Italia. Al frente de su ejército con elefantes, ni siquiera esto imposibilita que caiga muerto a mano de los guerreros íberos, tomando el relevo al frente de las tropas cartaginesas su hijo Aníbal Barca. La fundación de Cartago Nova y el asedio y toma de Sagunto (218 a.C.), lo cual desemboca en guerra abierta con Roma.
En Roma asistimos a dos historias, la principal centrada en Escipión y una secundaria de un personaje que terminará por cruzarse en la vida del futor general: El comediógrafo Tito Macio Plauto.
Tito Macio no es más que un mozo de una compañía de teatro, y que decide instalarse por su cuenta como comerciante, aunque la pérdida de un barco lo convierte en un indigente y se verá obligado a alistarse al ejército para intentar poder comer caliente.
El joven Escipión redibe una esmerada educación, a cargo de su padre, de su pedagogo y para la formación militar de su tío Cneo Cornelio Escipión.
Siendo aún un joven de 19 años, es llamado por su padre, que ostentando el cargo de Cónsul está al mando de un ejército que se encuentra persiguiendo a Aníbal, teniendo lugar el primer encuentro entre los Escipiones y Aníbal: La Batalla del Tesino, (218 a.C.) donde el joven Escipión salvó la vida de su progenitor.
Posteriormente el libro cuenta las sucesivas derrotas romanas en Trebia (218 a.C.), Tresimeno (217 a.C.), siendo la situación tan crítica, es Quinto Fabio Máximo el que es nombrado dictador (y enemigo de los Escipiones), para hacer frente a la crítica situación que pone en riesgo de supervivencia la propia Roma. Al mando de sus tropas, mantiene otro tipo de estrategia, de evitar que sea Aníbal el que decida el campo de batalla, para sencillamente hostigarlo por suelo italiano, e incluso llegando a acorrarlarlo, en la conocida Batalla del Ager Falernus (217 a.C.) , aunque Aníbal fue capaz de escaparse sin mayor problema.
Ante la desesperada situación el Senado decide juntar un ejército aún mayor, 8 legiones (en los anteriores enfrentamientos sólo habían utilizado 4 legiones) y capitaneadas por dos nuevos cónsules: Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo; si bien numéricamente superiores, los romanos experimentan una nueva derrota en la Batalla de Cannas (216 a.C.) con una maniobra de pinza para encerrar a los romanos en una bolsa.
La situación en la Península es insoportable: Numerosos aliados de Roma se pasan al enemigo (Capua), y las tromas carataginesas campan por Italia con total libertad.
El joven Escipión, preocupado por la situación de su ciudad, continúa con su actividad, casándose con la patricia Emilia Tercia, de una familia amiga de la suya, e hija de un cónsul, también muerto contra los cartagineses, y de como llega a edil de la ciudad, encargándose de actividades menores de la organización de la ciudad (entretenimientos mediante el teatro donde conoce a Plauto o repartir aceite entre los ciudadanos).
En paralelo el padre y tío de Escipión se encuentran en Hispania luchando contra los cartagineses que consiguen acabar con los dos hermanos en una batalla.
Buscando un general que sea capaz de liderar a las tropas romanas estacionadas en Tarraco, es el propio Publio Cornelio Escipión, que aunque no cumpla con los requisitos por su juventud y ausencia del «cursus honorum», sea nombrado como general de las dos legiones; tal era la situación de desesperación que había en la ciudad.
Pero Escipión no se está quieto en Hispania: Su primer gran colpe contra los cartagineses es la toma de su capital: Cartago Nova.
Una buena novela histórica, maníficamente bien documentada, con todo lujo de detalles, amena, divertida; más de 700 páginas con una de las épocas más convulsas de la república romana, que a punto estuvo de acabar con la existencia de Roma.
Africanus
5 enero, 2014 | 4 comentarios
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