15 febrero, 2014
por admin
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Si en octubre me lei la primera parte de la trilogía que Ken Follet se ha propuesto escribir sobre el siglo XX; aunque no sean obras maestras de la literatura mundial, por lo menos son entretenidas.
Las familias protagonistas siguen siendo las mismas que las de la primera parte, si bien desplazándose a los hijos de los anteriores:
Maud von Ulricht se encuentra viviendo en Alemania, donde su marido, Walter von Ulrich noble prusiano, es miembro del partido social demócrata y parlamentario, con dos hijos, Erik, un acérrimo admirador de los nazis y Carla una activista anti nazi.
Grigori Peshkov en Moscú ha escalado socialmente mucho dentro de la Unión Soviética, siendo ahora un poderoso general cercano al mismísimo Stalin; mientras que su hijo trabaja para los servicios secretos del ejército soviético.
En Inglaterra el Conde Fitzherbert cede el protagonismo a su hijo mayor, Boy, que si bien perteneció a la Unión Británica de Fascistas; se casó con una rica heredera estadounidense, Daisy Peshkov, sobrina de Grigori, y combatió en la Guerra en la RAF.
Otro personaje importante en la trama es Lloyd Williams, el hijo de Ethel en un escarceo con el Conde Fitzherbert y que se encuentra casado con Bernie Lecwith, formando todos parte del partido laborista británico.
Por el lado estadounidense, los dos hijos de Lev, Daisy y Greg, un importante físico, centran la atención, junto con los hijos del senador Dewar, Woody y Chuck.
Con estaos personajes, Follet, nos narra la historia comprendida entre 1933 y 1949, la llegada al poder de los nazis, la noche de los cristales rotos, el incendio del Reichstag, el estallido de la guerra, la llegada a Moscú del ejército alemán, las manifestaciones fascistas en Londres, el Desembarco de Normandía, el ataque a Pearl Harbor, el Proyecto Manhattan y la explosción de la primera bomba nuclear soviética, incluso la Guerra Civil de España llena algunas páginas del libro.
Una novela entretenida, algo politizada, viendo todo desde la óptica socialista occidental.