Por esas cosas extrañas de la vida, estaba haciendo un pedido de libros, cuando me encontré con éste ridículo título (cosa que ya me pasó con «El Asesino Hipocondríaco«); después de investigar un poco sobre el autor, Edgar Neville, un autor de teatro de principios del siglo XX, hijo de un Ingeniero Inglés afincado en España y de María Romrée y Palacios, una condesa española. Con una biografía interesante (se dedicó a la carrera diplomática e incluso llegó a participar en alguna obra en Hollywood), su novela es desde luego, un tanto subrealista:
En una fiesta en la casa de una millonaria baronesa madrileña, se produce su asesinato, durante una fiesta, a manos de tres amigos que usan nombres falsos porque así lo requería la organización de la fiesta. Cada uno de los tres amigos, entre los que se encuentra D. Clorato de Potasa decide huir y esconderse de la justicia como puede… (Uno de ellos haciéndose conductor de tranvías, porque todo el mundo sabe que está prohibido hablar con el conductor, otro haciéndose policía con la sospecha permanente del culpable al que tiene que apresar y el tercero haciéndose pasar por bebé en una inclusa). De absurdo en absurdo, D. Clorato se enamora de una chica, Odette, junto a la cual va a Francia donde vive nuevas aventuras (e igualmente ridículas) y terminan por llevarlo a los Estados Unidos para huir del tedio.
Una novela corta, entretenida, y desde luego diferente a cuanto suelo leer; me recordó mucho las greguerías que estudiábamos en Literatura en el Bachiller. Interesante siempre, y desde luego sorprendente.
9 diciembre, 2015
por admin
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