Después de leer la primera entrega del detective (loco) sin nombre, «El Misterio de la Cripta Encantada«, de Eduardo Mendoza, esta semana terminé de leerme la segunda entrega, «El Laberinto de las Aceitunas», publicada en 1982; protagonizada por el mismo investigador al que su amigo, el comisario Flores, rapta del manicomio en el que se encuentra; para ponerlo en contacto con un ministro, que decide encomendarle una misión: Ir a Madrid para entregar un maletín lleno de dinero en un bar.
Sin embargo, como no podía ser de otra forma, dada la naturaleza del personaje, todo empieza a complicarse, apareciendo un complot para hacerse con el dinero; a su vuelta a Barcelona decide investigar que está detrás de todo esto, para poner a salvo su pellejo también.
Por supuesto contará con la ayuda de su hermana y algunos personajes que irán apareciendo en la trama, llevándole a sitios tan disparatados como una estación de seguimiento de satélites, un monasterio románico o una multinacional dedicada al envasado de aceitunas.
Una novela que si bien, sigue por la misma línea que la anterior, de esperpento que te hace reír por lo absurdo de las situaciones, pierde parte de la frescura y originalidad de la primera entrega, convirtiéndola en una novela entretenida. ¿Cómo será la tercera entrega?
21 mayo, 2016
por admin
1 comentario