23 abril, 2017
por admin
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Uno de los libros que terminé de leerme estas vacaciones fue «Las Hermanas Coloradas», premio Nadal de 1969, obra del escritor manchego Francisco García Pavón.
Es una novela dentro de una saga protagonizada por «Plinio» (Manuel González), jefe de la G.M.T. (Guardia Municial de Tomelloso), un auténtico Sherlock Holmes a lo español.
Plinio, acostumbrado a su cómoda vida en Tomelloso; un trabajo tranquilo como policía y una vida apacible junto a su mujer y su hija, es llamado por la Dirección General de Seguridad de Madrid para colaborar en la resolución de un caso por dos motivos; uno de ellos es su colaboración en el pasado y otra es por la relación con Tomelloso del caso.
Dos hermanas pelirrojas (de ahí lo de Coloradas), oriundas de Tomelloso han desaparecido de su casa sin dejar rastro; Plinio llega a Madrid acompañado de D. Lotario; el veterinario del pueblo, otrora muy ocupado, ahora algo más desocupado con la mecanización del campo; y auténtico Dr. Watson de Plinio.
Tras su llegada a Madrid proceden a ir a casa de las paisanas, y comienzan a investigar; entrevistándose con sus contactos: su criada, su modista; su sobrino y heredero, el sacerdote; sin embargo, no llegan a ningún caso aparentemente; aunque encontraron una sala oculta un tanto extraña: la sala de los «muñecos»; maniquís vestidos como sus seres queridos desaparecidos, incluido el antiguo novio de una de las hermanas desaparecido en la Guerra Civil.
Y con estos ingredientes, Plinio, haciendo uso de su «pálpito», su propia intuición que salta ante la más mínima sospecha; aunque Plinio es también un avezado filósofo: desde la situación política e histórica del país (aparentemente sin miedo a la censura) hasta el sentido de la vida y la vida de sus investigadas: unas pobres infelices solteronas en el otoño de su vida.