27 septiembre, 2018
por admin
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Y llegamos al jueves. Bien descansados en casa de Repiso, mientras él se iba a trabajar, Adelina, Fran, Sandra y yo nos fuimos a patearnos la ciudad; empezamos como el día anterior, caminando por el río para luego cruzar la Ringstrasse y callejear hasta salir a la Catedral de San Esteban, tras entrar y dar un paseo, continuamos callejeando, buscando el Palacio de Hofburg, cruzándolo y saliendo de nuevo a la Ringstrasse, junto a los museos de Ciencias Naturales y de Historia.
Empezamos por visitar el de Ciencias Naturales, disfrutando de su colección de minerales, fósiles y por último de animales disecados. Piezas únicas como la construcción de joyas de la emperatriz Maria Teresa, la Venus de Willendorf o una explicación de las expediciones marítimas lanzadas por el Imperio Austrohúngaro a finales del siglo XIX, en un país que hace un siglo perdió su salida al mar.
Salimos con hora de comer y volvimos a cruzar la ciudad con Repiso para ir a un restaurante para comer «Schnitzel» en un sitio recomendado por su tutor.
Volvimos a tomar la visita donde la dejamos y nos fuimos al Museo de Historia del Arte; justo enfrente del anterior. Allí disfrutamos de las colecciones arqueológicas egipcias, griegas y romanas; encontradas dentro del Imperio de los Habsburgo y traídas de fuera del Imperio. Allí estuvimos hasta el cierre del museo; bordeando ya la expulsión; y vuelta a la casa a cenar. Nadie dijo que la vida de turista fuera fácil.