Segunda película de la cuarentena: Le Mans 66; una película sobre carreras y coches; aunque también sobre gestión empresarial.
Carroll Shelby (Matt Damon) es un exitoso piloto de carreras y ganador de las 24 horas de Le Mans; pero que por motivos médicos tiene que dejar la competición; aunque apadrina al conflictivo piloto británico Ken Miles (Christian Bale).
Ken va de mal en peor económicamente; aunque sea un buen piloto; su pequeño taller mecánico no termina de ir bien; quizás por su excesiva sinceridad y amor por los deportivos.
Lee Iacocca (John Bernthal) es un ejecutivo de la Ford Motor Company; empeñado en que para modernizar la imagen de la empresa; Ford debería empezar a competir en primera división y mejorar sus ventas en el mercado. Le costó convencer a Henry Ford II e incluso así no llegó nunca a tomar el control de la operación; siendo controlada por Leo Beebe (Josh Lucas) que tenía una gran animadversión hacia el piloto Ken por un pequeño pique durante la presentación de un Ford Mustang.
Su primer paso fue intentar comprar a la mismísima Ferrari; aunque al final Fiat fue capaz de llevarse el gato al agua; lo cual no hizo más que convencer a Henry Ford II de tener que darle una lección a Ferrari.
Una vez en marcha la competición asistimos a los tira y afloja; el equilibrio que tiene que tener Shelby entre los ejecutivos y sus pilotos; a la primera intentona no consiguió nada; pero el 66 fue su gran año. Por fin consiguieron poder mirar a la todopoderosa (en carreras) Ferrari de cara a cara, tras sudar sangre para poder poner a punto su nuevo juguete: su nuevo Ford GT40.
Una entretenida y divertida película que hará las delicias de cualquier amante de la gasolina.