Después de visitar el Castillo de Clos-Lucé, el último castillo del día del Valle de Loira que elegimos fue el de «Chaumont«; cercado cerca de la localidad de Blois (donde Valeo tiene una planta); situado sobre una pequeña colina; la terraza trasera del Castillo da directamente al río Loira. Llegamos justo un poco antes del fin de la admisión de los últimos grupos. Tras discutir brevemente si entrábamos o no; no nos entretuvimos mucho. Entramos por unos impresionantes jardines y edificios auxiliares, hasta llegar a una parte del jardín con Cedros centenarios donde contemplamos la monumental entrada del Castillo.
Propiedad de numerosos señores durante su historia, en el siglo XVI fue propiedad de Catalina de Médici que la permutó por el Castillo de Chenonceau a Diana de Poitiers. En el siglo XIX fue comprado por Marie Say; la hija de un rico industrial del azúcar que invirtió toda su fortuna en dar fastuosas fiestas en el Palacio. Es curiosa la historia del Elefante que le llegaron a regalar a la dueña del Castillo; elefante que cuidaron en el Castillo como una mascota.
Numerosas y enormes salas se suceden desde la planta baja, con aires medievales y llenas de tapices, con gigantes chimeneas; en las plantas superiores del Castillo; con una deocración más moderna y más útil, tenían unas exposiciones de arte moderno, un tanto extraño. Y quizás aún más interesante son las últimas salas ya con decoraciones del siglo XIX; mucho más elegante, y adaptadas a un uso más actual; no es difícil imaginarse las grandes fiestas acompañadas por los personajes de finales del XIX y principios del XX; en la galería de retratos de personajes que pasaron por este palacio estaba, por ejemplo D. Alfonso XIII y muchas más de España.
Salimos tras visitar las salas a los patios traseros del Palacio sobre el río; y desde allí de nuevo a los jardines frontales del Palacio; jardines que participan en un concurso nacional en Francia, que en varias ocasiones han conseguido el primer premio.
Poco antes de la II Guerra Mundial; en 1938, pasó a ser propiedad estatal, ante la ruina de la propietaria que era incapaz de mantener el Castillo al haberse gastado todo su patrimonio en fiestas.