23 junio, 2020
por admin
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Seguimos con nuestro segundo día en San Petersburgo. Intentamos madrugar un poco y volvimos a pisar la siempre populosa Avenida Nevsky; elegimos que lo primero que veríamos este 7 de Septiembre sería el Museo de Fabergé, propiedad del magnate ruso Viktor Vekselberg.
Estaba cerca del hotel, así que fuimos dando un paseo; aprovechando para desayunar en la cafetería del edificio Eliséiev; uno de los ediciis modernistas frente a la catedral de Kazan; y tan llamativo por los muñequitos bailarines que tienen en la puerta como reclamo. Si bien es un poco más caro que las cafeterías de la zona; la decoración y el ambiente que evocan merece la pena para ser probado.
Tras meternos por una de las calles-canal; al estilo de Venecia, llegamos hasta el Palacio que alberga el Museo Fabergé.
El Palacio Shuvalov es uno de los Palacios de la aristocracia rusa de antes de la revolución de 1918 y que fue nacionalizado, y donde la historia de sus propietarios se diluye con el paso de las décadas. Tras pagar la entrada subimos a la primera planta donde en la primera salan tienen expuestos 9 huevos de Fabergé imperiales y otros 6 huevos fabricados por el mismo joyero para diferentes personalidades de la época.
Las salas interiores tienen una inmensa colección de diferentes trabajos plateros de Fabergé; aunque fundamentalmente sean otros artesanos. Pasear por los palacios contemplando las obras de orfebrería a la vez que se contemplan las elegantes habitaciones, salas y salones del palacio son un interesante viaje en el tiempo de más de 100 años de antigüedad.
Una vez salimos del Museo; fuimos dándonos un paseo hasta la Iglesia del Cristo sobre la Sangre Derramada; tras cruzar un parque donde nos paramos para tomar un aperitivo.
Llegamos a la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada; una iglesia ortodoxa construida sobre el sitio donde el zar Alejandro II fue asesinado (el padre de Alejandro III y abuelo de Nicolas II) con una bomba por un anarquista.
La Iglesia tiene el aspecto típico que siempre se ha atribuido en occidente a las iglesias rusas; parecida a la de San Basilio de Moscú. El interior es sencillamente espectacular; desprovista de bancos como las iglesias católicas; techos altos permiten una gran cantidad de mosaicos que decoran todas las paredes de la Iglesia y de las cúpulas. Mosaicos que permiten a la decoración mantenerse mejor que las pinturas por evitar la humedad de los canales. Y siempre manteniendo la planta de cruz griega, que tanto estudiábamos en el arte en el instituto.
Tras salir de la Iglesia; ya empezaba a atardecer; pero en estas latitudes tan al norte; anochecía bastante tarde; así que decidimos ir a visitar la isla-fortaleza De San Pedro y San Pablo.
Dentro de la fortaleza hay una gran cantidad de edificios: visitamos la Catedral donde están enterrados los Románov, incluyendo el zar Nicolas II y su familia, recientemente trasladados hasta aquí.
Justo enfrente vi un edificio que no podía creer… la ceca de San Petersburgo y el museo de la casa de la moneda, con su característica palabra «Монета». No me costó mucho convencer a Sandra para entrar a visitar el museo.
El museo es pequeño y moderno; tiene una pequeña colección Numismatica, filatélica y notafílica desde el siglo XVIII hasta la actualidad, y sobre todo muchas planchas, una visión de la historia del dinero, el futuro dinero de plástico y virtual, un pequeño paseo por la Numismatica sovietica,… en definitiva bastante completo aunque ni se acerque al gabinete numismatico del Hermitage. Curioso era un pequeño rascacielos hecho con monedas de 1 rublo (unos 13000 euros al cambio actual). Desde allí intentamos ir hasta el pequeño museo de la cosmonáutica que hay en la fortaleza; pero ya estaba cerrada.
Salimos y fuimos dando un paseo; pasamos por una bonita mezquita, que me recordó las de Uzbekistán de las que se pueden recorrer en la ruta de la seda.
Continuamos nuestra ruta turística; y paseando paseando, y con ayuda del google maps llegamos hasta el crucero Aurora; de la marina imperial rusa y que participó en la Revolución de 1917; aunque también estaba cerrado.
Encontramos un restaurante cercano donde aprovechamos para cenar antes de volvernos al hotel en metro a descansar. Habíamos andado bastantes kilómetros y ya estaba bien por el día.