
Llegó el ecuador de nuestra luna de miel; y tocaba desplazarse desde San Petersburgo hasta Moscú. Pensamos que la mejor opción era el tren; de hecho fuimos capaces de comprar los billetes en España; antes de salir para Rusia en la web oficial de los ferrocarriles rusos; permitiendo elegir entre 4 horarios e incluso la butaca para el viaje.
El tren de alta velocidad que cubre la línea San Petersburgo – Moscú se llama “Sapsan” y es de fabricación alemana; Siemens Velaro; como algunas unidades de las últimas de nuestro AVE.
En fin; la cosa es que el tren lo cogimos sobre el medio día para comer en él; y la ventaja del tren de tener la estación en el centro de la ciudad (y cerca del Hotel que teníamos en la Avenida Nevsky) hizo que tuviéramos la mañana libre y sin excursiones programadas. Aunque como hemos podido descubrir estos días eso no es un problema: siempre hay algo que hacer o que ver en la Avenida Nevsky; volvimos a dar un paseo hasta la Catedral de Kazan; nos paramos y entramos en las tiendas; en fin, deambulamos un poco sin rumbo hasta que volvimos al hotel para recoger las maletas e irnos a la estación dando un paseo.
Entramos en el tren con los billetes impresos sin ningún problema; ocupamos nuestros asientos y esperamos que saliera el tren. Comimos a bordo del tren un menú y en tres horas y pico llegamos a Moscú; a la estación Leningradsky.
Tras llegar a Moscú fue fácil: nos dejamos llevar por la muchedumbre; salimos fuera a un gran patio desde el que pudimos ver uno de los rascacielos de Stalin; pero rápidamente entramos en la red de Metro para llegar hasta nuestro hotel; y pudimos admirar el célebre lujo (o más bien decoración exagerada) de las estaciones del centro de Moscú de la época soviética; si bien muy ricamente decoradas; no dejan de ser estaciones de metro; con el mismo olor y manchas de humedad que otras redes de metro del mundo.
Y así conseguimos llegar al hotel e ir a cenar pronto; para preparar el primer día de turismo en Moscú.