La compacta ultra-luminosa Olympus XZ-1 me ha acompañado fielmente durante más de cinco años, siempre con muy buenos resultados; sacando buenas fotografías en condiciones de poca luz y con un ruido relativamente contenido para este tipo de sensores.
Sin embargo últimamente algunas motas de polvo que se han depositado sobre el sensor ensuciaban las tomas, sobre todo en condiciones de mucha luz y con diafragmas cerrados. La solución; una limpieza de sensor salía casi más cara que una cámara nueva; que ya lleva 10 años en el mercado y superada por otros modelos.
Al final tras buscar y ver modelos, parece que una de las más populares, en especial por su grabación de vídeo es la Canon G7x; y a mí me gustaba al menos o Mark II que incluye cargador por cable USB (Igual que la Olympus XZ-1) lo que la hace muy cómoda para viajes al no tener que cargar con más chismes. (Aunque existe un cargador para baterías por si no te apetece usar el cargador integrado en la cámara)
En cuanto a las características, tiene:
– Sensor de una pulgada de 20 MP
– Zoom 4,2 con unas focales de 8,8 – 36,8 mm. (Equivalente en 35 mm a 24-100 mm.)
– Apertura de 1,8 a 24mm. y 2.8 a 100 mm.
Como puede comprobarse la óptica es muy similar a la Olympus.
– Grabacion FullHD (1920×1080) hasta 60 fps
– Pantalla abatible (útil para hacer selfies o fotografías con otros puntos de vista, si bien no es completamente articulada)
– Pantalla táctil
En definitiva, una digna sucesora de la Olympus, con unas prestaciones superiores, como marca la evolución de los tiempos; si bien le encuentro algo más de ruido en las tomas a igualdad de ISO que a la Olympus, cosa que puede arreglarse fácilmente con un poco de Photoshop en los raw directamente. Los jpg son usables, aunque tienen algo de ruido incluso a 125 ISO (la mínima); pero con un poco de retoque puede corregirse.
Por lo demás, una cámara ideal de viaje: luminosa, ligera, portable (cabe en un bolsillo), y con una resolución de 20 MP, lo que permite re-encuadrar con facilidad.