Esta semana terminé de leerme una novela de la que se habló bastante el año pasado, cuando se conmemoró el 500 aniversario de la llegada de Hernán Cortés a México y su posterior conquista para España.
Escrito por el húngaro Lászlo Passuth, publicada inicialmente en 1938, y posteriormente en España en 1957 por el editor falangista «Luis de Caralt«. Narra la historia de Hernán Cortés, desde sus primeros años como un bachiller en Salamanca, donde toma contacto con las letras clásicas y profesores como Elio Antonio de Nebrija, su posterior viaje a América, su establecimiento en Cuba, donde tiene una pequeña explotación agrícola y como algunos lios de falta le llevan ante el gobernador Velázquez; y tras casarse, decide emprender de forma particular una aventura a tierra firme, en busca de honor y gloria. Tras el regreso fracasado de dos expediciones al Yucatán, Hernán Cortés tiene mejor suerte y tras desembarcar y entrar en contacto con los primeros indios del continente, que se quedan asombrados ante sus nuevos visitantes, las armas de fuego que llevan, el control de los rayos y los truenos, los caballos, ante lo que parecen que son uno, jinete y caballo, las caras blancas, las barbas, son tomados por enviados de los mismísimos dioses.
Rápidamente Hernán Cortés comienza a establecer alianzas con unos pueblos y otros, incluso tomando a los indios que les dan en forma de regalo o sacrificios; ráidamente Hernán Cortes toma a Malinche, una india como su protegida, y traductora, acompañándole en todo su periplo.
Funda ciudades como Veracruz, rescata prisioneros españoles tomados por los indios, y lucha, vence y se alía con varios pueblos indígenas, como los chontales, los cempoala, la quema y destrucción de sus naves, donde tenía invertido todo su dinero para darle confianza a su tropa en la victoria. Finalmente tras numerosos alternacdos, victorias y batallas, pese a la negativa de Moctezuma, Hernán Cortés consigue entrar en Tenochtitlan, donde consigue hacer prisionero al emperador para intentar hacerse con el control, si bien la novela muestra un respeto y admiración mutuo entre ambos; finalmente el pueblo de Tenochtitlán se rebela contra los españoles y tienen que salir corriendo en la noche triste de Cortés, pese a los refuerzos que habían llegado desde la isla de Cuba; no obstante, Hernán Cortés se retira a algunos de sus pueblos indios aliados, para coger fuerza y sitiar Tenochtitlán, esta vez con un nuevo gobernante, Cuauhtémoc.
Después lo que deberían ser disfrutar de sus triunfos, tras varios años en México vuelve a España, para presentarse ante el emperador Carlos V (tras pasar por la Rábida y la Universidad de Salamanca), muriendo finalmente en España, pese a tener su alma y pensamientos en Nueva España.
Una vida de película, llena de aventuras, y que demuestra el choque cultural que se produjo entre españoles e indios tras el descubrimiento de Colón, con una conquista que pese a no ser incruenta, si que tuvo una gran mezcolanza, pudiendo disfrutar incluso los nobles indígenas de la condición de nobles en la corona española. Una gran novela para un gran personaje histórico que engrandece a España y a su historia.