Uno de los últimos estrenos del cine que hemos podido disfrutar ha sido “Misterio en Venecia”, que es la tercera entrega de la nueva adaptación de las clásicas novelas de Agatha Christie que está llevando a cabo Kenneth Branagh, tras “Asesinato en el Orient Express” y “Muerte en el Nilo”.
La novela en la que se basa, llamada «Las Manzanas » fue publicada en 1969 y se sitúa en la posguerra. La película se desarrolla en un antiguo palacio veneciano, una día de fuerte tormenta y coincidiendo con las Noche de los Muertos; después de celebrar una fiesta con los niños, la dueña del palacio, Rowena Drake (Kelly Reilly), quiere hacer una sesión de espiritismo para contactar con su hija, fallecida el año anterior, la escritoria de libros de misterio Ariadne Oliver (Tina Fey) invita a Poirot para intentar desenmascarar a la vidente, Joyce Reynolds (Michelle Yeoh), asistiendo otros tantos conocidos de la fallecida: su antiguo médico, su prometido, el ama de llaves,… El palacio, que se cae de viejo acompaña a la sesión de espiritismo, en la que la vidente parece dejar caer que fue un asesinato; acelerando los acontecimientos, apareciendo la vidente muerta, ensartada por una escultura al caer de una gran altura. Pronto Poirot pone su materia gris a trabajar para intentar desentrañar al asesino, aunque algo parece indicar que tiene sus capacidades mermadas. Una película muy interesante, al mismo nivel o incluso mayor que las anteriores de la saga, trama fácil de seguir, y donde las elucubraciones sobre qué puede estar pasando en la pantalla no te dejan tranquilo mientras ves la película