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Blog personal de José Ramón Martínez Pérez.

El Aleph

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El Aleph. Portada del Libro.

Después de haber leído alguna cosa de Bioy Casares, tenía ganas de leer algo de Borges, otro de los escritores argentinos más conocidos de su época.

Cayó en mis manos esta reedición de «El Aleph» de Borges, editado por Destino y Emecé del año 2000. El Aleph es una colección de diecisiete pequeños cuentos, formado por:

– El inmortal, relato en primera persona que narra la búsqueda de la inmortalidad, ambientado en el mundo clásico, como un oficial Romano alcanza la inmortalidad por beber un agua, que se la quitará algunos siglos más tarde.

– El muerto, narra la historia de Benjamín Otálora, personaje ambicioso que huye de su país y se dirige al Uruguay para unirse con Azevedo Bandeira, el jefe de una banda criminal. Historias de gauchos y ladrones.

– Los teólogos, glosa la vida de dos teólogos medievales; Aureliano de Aquilea y de Juan de Panonia, rivales entre sí.

– Historia del guerrero y la cautiva, compara dos casos de aculturación, en uno el guerrero longobardo Droctulft se pasa al bando romano ante el esplendor de esa civilización, en el otro evoca un relato familiar sobre una cautiva de origen inglés que opta por la barbarie indígena.

– Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, glosa biográfica del personaje creado por Hernández; el sargento Cruz del Martín Fierro.
Emma Zunz, narra, en un tono desusado en Borges (el mismo calificó de «temerosa» la redacción), la venganza de la protagonista contra el responsable del suicidio de su padre.

– La casa de Asterión, relata en primera persona las reflexiones de un personaje, que bien podría ser el Minotauro, al que liberan por la muerte, que habita en un laberinto.

– La otra muerte, evoca la figura de Pedro Damián, un gaucho entrerriano que participó de la batalla de Masoller; los diferentes relatos que recoge sobre este personaje le permiten argumentar sobre el tiempo y la omnipotencia divina. Hay una relación, explicitada, entre el nombre del personaje y el teólogo medieval Pedro Damián.

– Deutsches Requiem, narrado por un militar nazi durante la guerra a punto de ser fusilado por sus crímenes. Recapitula su vida y considera que, a pesar de la derrota de Alemania, ha triunfado la voluntad de poder destruyendo la decadente civilización occidental y cristiana.

– La busca de Averroes, imagina al filósofo hispanoárabe Averroes tratando de comprender un pasaje de la Poética de Aristóteles. El intento es descripto desde la ironía como vano ya que la literatura árabe carece del concepto dramático.

– El zahir, el narrador relata como llegó a tener en su mano el fabuloso objeto conocido como zahir, en la forma de una moneda de veinte centavos. Esta moneda, que decide perder, obsesiona su pensamiento y le permite evocar otras monedas prestigiosas de la historia y la literatura, así como otros objetos que han sido, a su vez, el zahir.

– La escritura del Dios, el sacerdote mesoamericano Tzinacán de Qaholom, prisionero de los españoles de Alvarado, descubre que el dios ha dejado un mensaje críptico en la piel de los jaguares. Después de largos años descifra el mensaje en el jaguar que está encerrado en la celda vecina y sabe que ese mensaje lo hará poderoso y capaz de destruir a sus conquistadores, pero decide no usarlo.

– Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto, una historia contada en Cornualles una tarde de verano.

– Los dos reyes y los dos laberintos, la rivalidad de dos reyes y la competencia por el poder. Cuento que trata de la asombrosa venganza de un rey contra otro que lo encerró en un laberinto.

– La espera, un hombre atormentado por su pasado.

– El hombre en el umbral, un juez inglés tratando de poner orden en conflictos indios.

– El Aleph. El Aleph narra el descubrimiento del personaje Borges de un objeto de objetos en la casa de su antigua amada Beatriz Viterbo. Esta esfera de dos a tres centímetros de diámetro en el sótano de una vieja casa en la calle Garay, Buenos Aires, es el espejo y centro de todas las cosas, en el cual todo confluye y se refleja, a la vez y sin sobreposición. La cantidad de alusiones es innumerable; bien podría ser el propio universo, como dice el narrador, pero también alude a la biblioteca, y, se dice, de forma irónica al Canto general de Neruda. Además recuerda, tanto en Carlos Argentino Daneri y en Beatriz Viterbo como en el descenso al sótano, a la Divina Comedia de Dante.

Entre ellos, muy fáciles de leer y entretenidos; cada uno de ellos es relativamente corto y no tardan más de 10 minutos en leerse. Habrá que seguir buscando con el resto de libros de Borges.

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