El otro día en ebay, pujé por el precio de salida por una cantidad irrisoria por este objetivo, y finalmente me lo llevé; prácticamente sin querer. Es un objetivo completamente manual, y relativamente luminoso, en especial pensando en su época; un objetivo de los años 80.

Probado no es un objetivo especialmente nítido cuando está plenamente abierto, y tampoco muy rápido para trabajar por el foco manual; quizás a día de hoy haya mejores alternativas; pero bueno, a echarlo a la coleción de objetivos.

Con el paso del tiempo, y sobre todo el uso, el sensor de la Olympus XZ-1 (y es que ya la tengo en uso desde hace 9 años), se ha ido llenando de polvo, algo en especial molesto en condiciones de mucha luz cuando el diafragma se cierra y las motas de polvo se marcan claramente en la fotografía.

Lo único que se me ocurría era abrirla y soplarle el sensor; algo relativamente sencillo en las cámaras de objetivos intercambiable, pero no tan sencillo en las cámaras compactas.

Al final, con un poco de ayuda de youtube y un buen juego de destornilladores, conseguí llegar hasta el sensor, y con la pera, soplarle un poco al sensor para luego volver a montarla.

Y tras cerrarla, ya está la cámara plenamente operativa y a pleno rendimiento. ¿Quién dijo miedo?

Tener un 50 mm f/1.7 es una pasada, es un gran objetivo, para retratos, callejear, etc.; aunque es verdad que a veces se puede quedar un poco largo; así que convencido de las bondades de las focales fijas frente a las zoom, estuve buscando una focal fija un poco más corta, idealmente un objetivo que montado en la Pentax, con el factor de recorte APS-C, se convierta en torno a los 35 mm.; siendo eso en teoría 23.3 mm.
Buscando un poco encontré un objetivo que cumplía casi todo: El Sigma 24 mm., este objetivo existe en dos versiones en f/1.8 y en f/1.4, y encontré uno de la primera versión (el f/1.8) de segunda mano.
A los pocos días lo tenía en casa y ya podía empezar a probar; el enfoque es de tornillo, lo cual la hace compatible con todos los cuerpos digitales de Pentax, y al ser relativamente luminoso el auto enfoque de la cámara funciona bien.
Tienes pocas aberraciones cromáticas, una buena definición y una capacidad casi macro, con una distancia de enfoque mínima de 18 cm., lo que le da una capacidad macro de 1:2.7, lo cual no está nada mal, para un objetivo más «general».
Así que ahora a sacarlo y probarlo.

Parece que vamos a terminar esta seca primavera con algunas tormentas, que nos van a traer la tan esperada lluvia, aunque en menor cantidad de la necesaria, y acompañada de muchos rayos.

Dejando la cámara en la terraza y orientada a las ruinas del Castillo cogí algunos rayos, que dejo por aquí; aunque si tenéis la oportunidad, no dejéis de pasar por el Instagram de «Cosas de Martos», con aun más impresionantes fotografías.

El otro día mientras descansábamos en Sierra Morena después de dar una vuelta por la Presa del Encinarejo, descubrí entre las piedras una pequeña lagartija, huyendo, que se estaba comiendo un insecto; así que rápidamente con el Tamron 70/200 que tiene un poco de magnificación (sin llegar a ser macro), conseguí sacarle un par de primeros planos.