El sábado, después de descansar del primer maratón de turismo en Lisboa, no madrugamos mucho, y después de dar una vuelta por el barrio para poder relajarnos un poco y ver el comercio en una zona no tan turística, cogimos el metro en la zona de «Sao Jose», donde hay uno de los famosos tranvías de cremallera tan famosos de Lisboa; desde allí fuimos dando un paseo hacia abajo, visitando el comercio, comiendo castañas asadas que vendían por la calle y quedarnos sorprendidos frente a edificios tan emblemáticos como la estación de trenes de Rossio.

Desde allí subimos buscando la «Iglesia del Carmen«, una iglesia que fue destruída en el terremoto de Lisboa de 1755; y de la que sólo quedaron los cimientos y las columnas, desapareciendo los tejados de las naves principales. En la sacristía y resto de edificios adyacentes se encuentra un pequeño museo arqueológico y de antigüedades egipcias; incluyendo algunas piezas descubiertas «in situ».
A la salida de la iglesia uno se encuentra también con el Elevador de Santa Justa, permitiendo bajar cómodamente a «Baxia», cerca de la Plaza de Comercio; en la Rúa «Aúrea»; allí cogimos fuerzas comiendo un pastel de nata; antes de llegar a la Plaza de Comercio y girar a la izquierda para entrar en una iglesia que nos encontramos: «Nuestra Señora de la Concepción Vieja«, una iglesia que apenas si sale en las guías, pero que mezcla una portada gótica con un interior neoclásico.
Desde allí continuamos subiendo buscando el castillo de Lisboa, cuando empezó a llover con una tormenta que venía del Atlántico; así que cambiamos de ruta, deshicimos el camino, buscando el Barrio del Chiado para ir a un Bar que nos había recomendado Carlos, «Cocheira Alentejana«, un barrio que nos sorprendió por el comercio tradicional, la cantidad de bares y lo agradable que era pasear por las calles, pese a la lluvia; aunque al ser tan molesto el tiempo, después de cenar nos volvimos directamente al hotel; para no mojarnos más aún.