El otro día aproveché un ratillo para ver «El Pacto de Berlín«, una película de 1985, del director John Frankenheimer (El Mensajero del Miedo), y protagonizada por Michael Caine (Noel Holcroft).
Berlín, 1945, durante los últimos días de la guerra, dos generales alemanes deciden elaborar un plan que sobrevirá al III Reich, a través de la neutral Suiza.
En la actualidad, Holcroft, arquitecto de Nueva York, recibe una extraña llamada de un banquero de Ginebra Michael Lonsdale (Ernst Manfredi) para una extraña reunión en lago Leman. Allí le da una extraña noticia: Su verdadero padre, uno de estos generales alemanes dejó un fondo en un banco suizo que debería abrirse 40 años después para ser gestionado por los hijos de los fundadores para restaurar parte del daño que hicieron durante la II Guerra Mundial. El fondo, desviado de las nóminas de la Wehrmacht, ascendía a 40.000 millones de dólares.
Evidentemente, cualquier reticencia de Holcroft desaparece al ver la cantidad y saber que él sería el administrador. Ahí empieza una extraña carrera de persecuciones, la primera misión consiste en reunir a los otros dos miembros de la comisión que son los otros dos hijos de los descendientes.
Mucha gente parece estar detrás de su pista, que sospechan de que el fondo no sea todo lo transparente que aparenta ser: Persecuciones, asesinatos, agentes secretos, todos en muchas persecuciones a lo largo de Alemania.
Una película claramente ochentera (Muy interesantes las vistas de Berlín de antes de la caída del Muro), con una estética que ha envejecido solamente regular, entretenida, pero no es gran cosa.
El Pacto de Berlín
3 febrero, 2012 | Sin comentarios