El pasado fin de semana aproveché un hueco para ver «El Lobo de Wall Street«, la que es por el momento última película de Martin Scorsese, protagonizada por Leonardo Di Caprio; en la que ya es la quinta colaboración entre ambos.
En esta polémica película, Scorsese nos narra la historia de Jordan Belfort; un joven que ronda la veintena; recien llegado a la Bolsa de Nueva York, decidido a hacerse un lugar como corredor de bolsa; empieza a trabajar para Rothschild, donde conoce a Mark Hanna (Matthew McConaughey), su mentor en el mundillo de la bolsa; le enseña a consumir drogas para mantener la presión; a grandes comidas y borracheras, así como a la buena ropa y relojes.
Sin embargo un buen día de 1989 todo se viene abajo; cerrando su empresa; Jordan, buscándose la vida, recae en una empresa de mala muerte en Long Island, que vende acciones a centavo a pequeños inversores; allí, con sus buenas dotes de vendedor consigue hacerse con un buen puesto de trabajo, y buenas comisiones (Del 50 %).
De allí decide dar el salto a fundar su propia empresa, Stratton Oakmont con su nuevo socio Donnie Azoff (Jonah Hill); donde mezclando productos más conservadores con acciones a centavo consiguen enriquecerse rápidamente; aumentando la empresa de forma exponiencial, hasta situarse como una empresa seria dentro de Wall Street; aunque con unas técnicas un tanto dudosas, lo que hace despertar el interés del FBI en la empresa de Belfort.
Todo esto acompañado de una desatada vida, llena de drogas, sexo y alcohol; acompañado de muchísimo dinero; hasta el punto de cuando estaban en la cresta de la ola estar puestos casi la totalidad del día.
Una buena película; dinámica, que engancha, pese a su duración de tres horas; y que no deja de ser una crítica a la forma de vida del dinero fácil y de los excesos.