La semana pasada terminé de leerme «Relato de un Náufrago«, del recientemente fallecido premio Nóbel Gabriel García Márquez.
Publicado en principio por entregas en un periódico colombiano en 1955; hizo que García Márquez se trasladara a París para evitar problema, al hacer público un escándalo dentro de la marina de guerra colombiana.
Narra la historia de Velasco, un marinero del destructor colombiano «Caldas», que tras estar varios meses en Estados Unidos, en la ciudad de Mobile de reparaciones, al volver a Colombia un golpe de mar (al final se publicó que era debido a que la nave iba sobrecargada, contraviniendo las ordenanzas de la marina), hizo que varios marineros cayeran a la mar; salvándose tan sólo el protagonista de esta historia.
Es una historia agobiante: Como se pasa de los felices día en Mobile, los días de navegación en la nave y como en menos de 1 minuto pasa a estar en el mar luchando por salir a flote, rodeado de varios compañeros, buscando una balsa a la que agarrarse; esperando encontrarse con más compañeros, los días comienzan a pasar y la desesperación empieza a minar en él:
Ve como aparecen y desaparecen los aviones de rescate, perdido en mitad del Caribe, sin referencia ninguna ni navegación posible, la llegada de los tiburones, el hambre, el Sol inmisericorde; pero sobre todo ello el no darse por vencido; el intentar sobrevivir; intentando comer casi cualquier cosa por denigrante o asquerosa que fuera; hasta que finalmente y con mucha suerte pudo llegar a pisar tierra en su patria; ser recibido como un héroe; saltando a la fama y protagonizando comerciales y anuncios, hasta la vigilancia por la policía y el ejército para que resguardase su secreto.
Una novela corta, (la edición que tengo, 170 páginas con una letra generosa), y pese a tener una temática que pueda recordar a «El Viejo y el Mar«, es toda una obra maestra de la literatura castellana.