El martes 19 fue la segunda etapa por Cantabria: Desde Revilla de Camargo hasta San Felices de Buelna. El pueblo en concreto no fue elegido al azar: La patrona es la Virgen de Consolación, la misma virgen que tiene una ermita en Torredonjimeno. Además, el alcalde es José González-Linares, antiguo ciclista profesional que incluso llegó a ganarle una contrarreloj a Eddy Merckx en el Tour y actual locutor de ciclismo en la cadena SER.
La salida desde Revilla fue por la nacional 623 con mucho tráfico y con tiempo cántabro: lloviendo y con viento, que no son las mejores condiciones para coger la bicicleta. Entre otros pueblos pasamos por Puente Viesgo, donde va la selección española a descansar (o algo así).
Para terminar de llegar al pueblo hay que subir un pequeño puerto, desde luego mayor de lo que nos esperabamos (nos habían dicho que era una etapa completamente llana…)
Al llegar a San Felices de Buelna el alcalde salió a recibirnos y estuvo hablando con nosotros, y la verdad es que fue muy interesante escucharlo hablar. Antes de que el tiempo empeorase y se nos hiciese más tarde nos volvimos deshaciendo el camino: subiendo el puerto y bajándolo, cuando más arreció la tormenta, que fue cuando el cuentakilómetros decidió irse por su cuenta y marcar una velocidad constante de 160 km/h, lo cual te daba bastantes ánimos, eso sí es verdad.
Finalmente la etapa fueron 60 km. que hice en poco más de 2 horas.
Cuando llegamos al hotel, nos cambiamos rápidamente porque volviamos a San Felices de Buelna: El ayuntamiento nos invitaba a comer allí, así que dicho y hecho, en un ratillo en autobús estábamos otra vez en el pueblo (con el trabajito que nos había costado en bici…)
Allí participaron gente del ayuntamiento y gente de la coral de la Virgen de Consolación que no sabían que hacerse con nosotros: nos trataron a cuerpo de Rey. Primero nos enseñaron la ermita de la Virgen de Consolación, y después visitamos otra iglesia del pueblo.
Fuimos andando, poco a poco hasta un restaurante del pueblo donde nos invitaron a comer, marmitaco y un guiso de ternera, todo riquísimo.
Después se hizo la entrega de regalos, por parte del Club Ciclista Tosiria, tanto al alcalde como a la Coral: maillots, imágenes de la Virgen, algún olivo de plata, y como no, lo más importante de todo: aceite de oliva.
Tras la comida empeoró un poco el tiempo, pero aún nos dio tiempo de ver una bolera cántabra, donde se juegan a una variante de los bolos y nos enseñaron la torre de «Pero Niño«, que aunque tenga un nombre curioso fue un importante almirante español del siglo XV.
Y como ya estaba oscureciendo y era tarde, poco a poco nos volvimos para el hotel, a cenar y a dormir, que todavía quedaban más puertos por subir.
31 agosto, 2008
por admin
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