Al salir del Escorial camino de Segovia, se pasa muy cerca del Valle de los Caídos, el ahora polémico monumento erigido por Franco al terminar la Guerra Civil como lugar de eterno descanso para los caídos en la contienda fratricida y recuerdo de la reconciliación entre todos los españoles.
Llegamos bastante temprano, por lo que no tuvimos que esperar mucho en la entrada que hay en la carretera; para luego ir subiendo con el coche por una carretera inclinada que va dejando una vista impresionante del valle, de la sierra, un lugar solitario y en plena naturaleza con el olor característico de la sierra en esta época del año (a mí me recordaba a Sierra Morena), para llegar al pie de la cruz; dejar el coche en algunas de las explanadas dedicadas a parking y entrar en la basílica; unas impresionantes puertas de bronce, flanquean la entrada, para entrar en la nave principal, construida íntegramente bajo tierra; con varias pequeñas laterales, que a través de una reja, permiten llegar al altar mayor, donde a uno y otro lado del altar descansan José Antonio Primo de Rivera a un lado, y Francisco Franco en el otro.
Al salir dimos una vuelta con el coche por la abadía, para ver el convento y la hospedería que los monjes benedictinos regentan.
Una lástima fue ver las infiltraciones de humedad que están estropeando poco a poco la construcción; aunque pese a todo, es un increíble monumento, sobrecogedor en todos sus aspectos.
Esperemos que pueda seguir como está otros tantos años para que sirva de monumento y recordatorio de nuestra historia.