Esta semana terminé de leerme «Los Panzers de la muerte», la segunda entrega de la novela que sigue contando las andanzas del autor en el frente del este; el libro comienza con Sven de permiso en un campamento en Alemania, lo cual no impide que tengan que asistir a un bombardeo aliado de una ciudad alemana y tengan que salir a intentar salvar a las víctimas y empezar a desescombrar lo más urgente por la ciudad.

Tras varios pasos por cuarteles del ejército y barracones (donde incluso les toca actuar como ejecutores de penas de muerte dictadas por los tribunales); son destinados de nuevo al frente ruso, donde las condiciones no son mucho mejores, continuos ataques y contra ataques, con la violencia y la muerte a su alrededor. Solo en una ocasión les asignan tanques, de los nuevos Tiger, y los resultados no son muy buenos, aunque las experiencias si son terribles, tanto con otros militares como con civiles que huyen de los combates.

Quizás no tiene la frescura del primer libro de la saga, aunque no deja de ser interesante por las historias que cuenta, desde un punto de observador de primerísima línea.