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Blog personal de José Ramón Martínez Pérez.

Londres: Tercer día

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El lunes fue el tercer día que pasamos en Londres. Tocaba día de museos, así que lo primero que hicimos fue buscar un sitio donde desayunar, estábamos buscando un desayuno típico inglés, porque en el hotel tenían desayuno continental (el normal a base de tostadas de toda la vida, aunque con mantequilla).
Así que despues de inflarnos de habichuelas (con tomate) salchichas, jamón, huevos, tostadas y hasta champiñones, empezamo a movernos por Londres. El lunes decidimos elegir el metro para movernos por Londres.
Tenía ganas de conocer el metro de Londres, que es el más antiguo del mundo, inaugurado en 1863 (el de Madrid es de 1919, 56 años después), y la verdad es que me defraudó un poco: vagones pequeños y estaciones un poco descuidadas, la verdad es que sigo pensando que el de Múnich es mejor, ji, ji, ji.
Llegamos a la zona del museo británico, viendo en el camino desde el metro hasta el museo cosas curiosas: un teatro con el musical de Queen, o una calle con muchas tiendas de venta de electrónica variada.
Y por fin llegamos al museo y como cosa curiosa entramos directamente, sin pagar entrada, el Museo Británico presume de tener entrada gratuita desde 1759.
El museo es realmente increíble, se ve que sabían que llegábamos nosotros e hicieron una exposición de Adriano, natural de Itálica.
Nosotros pasamos directamente a la sala de arte egipcio y la primera pieza con la que te encuentras es la piedra de Rosetta, y a ambos lados se extendían grandes galerías llenas de sarcófagos y esculturas egipcias, algunas realmente grandes, como la de Ramsés II.
Junto a las galerías egipcias están también las de arte mesopotámico, muchos relieves que decoraban palacios y ahora están expuestas. Realmente impresionante. También eran numerosas las piezas de los leones alados con cabeza humana que protegían las puertas de las ciudades, y piezas con escritura cuneiforme.
Las siguientes galerías eran las dedicadas a la escultura griega, con gran cantidad de piezas provenientes del Partenon, y que los ingleses se llevaron para tenerlas a buen recaudo. ?Qué buenos son estos ingleses!
Otras salas anexas tenían muestras de esculturas y hasta de joyería griega.
A continuación pasamos a la segunda planta, por unas escaleras adornadas de mosaicos romanos. Nada más entrar hay una sala con piezas procedentes de Ur y a continuación varias salas llenas de momias y sarcófagos de diferentes periodos, desde el Egipto antiguo hasta Egipto bajo la dominación romana, que era donde más se concentraban los turistas. Junto a estas salas había otras on restos romanos, griegos, celtas, paleocristianos, bizantinos, de cristianos coptos, incluso algunas saglas con restos del siglo XVIII y hasta de principios del siglo XX; algunos encontrados en Inglaterra y otros traídos del resto del mundo, en especial de Egipto.
La última salá que encontré era un gabinete numismático con monedas de todo el mundo, incluídas algunas españolas del siglo XVIII.
Realmente interesante el Museo Británico y que me recordó bastante al Museo de Pérgamo. Y desde luego lo que me llamó la atención es que sólo las salas de arte egipcio estaban realmente llenas de turistas, todas las demás zonas del museo estaban casi desiertas.
No era cuestión de seguir haciendo esperar a los amigos, así que me fui saliendo del Museo para seguir con la ruta. Una vez que nos reunimos en la puerta del Museo, cogimos el metro y directos para la Abadía de Westminster, que al ser lunes se podría visitar, la sorpresa fue algo cuando nos cobraron 12 ?, vaya susto…
La Abadía de Westminster será seguramente una de las iglesias más importantes de Londres, junto con la catedral de San Pablo, es la iglesia de coronación de los reyes ingleses y sitio de descanso de muchos ingleses que son considerados como importantes, algunos de fama mundial como Newton o Darwin, pero la verdad es que tan atiborrado está de tumbas y mausoleos que a veces tienes la impresión de estar en una tienda de los chinos más que en una iglesia.
Es también la iglesia donde celebran misa (o lo que hagan los anglicanos) la reina junto con algunos de los sires ingleses.
Así que después de echar allí un buen rato, decidimos continuar con nuestra excursión (Estaba prohibido hacer fotos en la Abadía de Westminster).
Lo que íbamos a visitar por la tarde era el Imperial War Museum, un museo dedicado a las guerras en las que ha participado el Reino Unido durante el siglo XX.
Antes de entrar, dos grandes cañones de 15 libras, te dan la bienvenida, la entrada también es gratuita y lo primero con lo que te encuentras al entrar es una especie de patio con tanques aparcados, aviones colgando y un par de bombas (V1) y misiles alemanes (V2) y americanos.
Entre los tanques estaban algunos alemanes de la II Guerra Mundial (Un Elephant) que consiguieron capturar los ingleses, un T-34 ruso, un Sherman americano, y varios ingleses de la II Guerra Mundial.
Entre los aviones había un Spitfire, un FW-190 y un P-51. No estaban nada más las antiguallas.
Continuamos dando vueltas por el museo, viendo diferentes artilugios: minas, cañones de artillería, objetos alemanes de observación (con óptica Carl Zeiss Jena), mini-submarinos italianos, etc.
Bajamos a la sección de maquetas (o algo así) y tenían objetos de uso cotidiáneo en las trincheras, algunas de ellas incluso traspasadas por las balas, como pueden ser libros, carteras, petacas, etc.
Tenían incluso una pequeña reconstrucción de una trinchera de la I Guerra Mundial.
Continuamos viendo unas vitrinas con objetos de diferentes guerras, empezando por la I Guerra Mundial y llenos de uniformes, armas, bombas, condecoraciones, incluso tenían una cosa que me llamó la atención: El panel de control de un Zeppelin alemán (Los alemanes bombardearon Londres con Zeppelines)
Tenían también muchas vitrinas de la II Guerra Mundial, e incluso alguna con cosas de la Guerra Civil española, y una sección dedicada en exclusiva al general Montgomery, después tenían más vitrinas, dedicadas a las guerras posteriores: Guerra de Corea, Conflictos en áfrica, y hasta de la Guerra de Irak (donde casi todo el trabajo lo han hecho los estadounidenses).
Entre algunas piezas curiosas, tenían por ejemplo el águila que coronaba el Reichstag el día que los soviéticos tomaron el edificio, o una de las preciosas BMW R75.
Tanto nos entusiasmamos en el museo que nos dio la hora de cierre y todavía nos quedaba por visitar la planta superior, que creo que tenían armas del servicio secreto y cosas así.
Y una vez terminada la visita, había que hacer algo para terminar al día, y decidimos ir a Harrods, algo así como el Corte Inglés pero en versión inglesa, allí algunos aprovecharon para hacer compras y otros para sentarse un rato que estabamos ya molidos.
Así que cuando nos cansamos nos fuimos de nuevo para el hotel, buscamos algo para cenar, y como no encontramos nada, nos fuimos a lo seguro: el McDonald’s, y de postre una cervecilla.
Y a la cama tempranico que al día siguiente no queríamos perder el avión.

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