El fin de semana pasado fuimos a ver «El Hobbit», el estreno estrella de estas Navidades. Después del éxito del Señor de los Anillos hace 10 años, hay que seguir aprovechando el tirón de taquilla. Esta vez la película está basada en el libro del mismo nombre, también de Tolkien.
Esta historia cuenta la apropiación por parte del dragón Smaug del reino de los enanos Erebor, muy rico por tener minas de oro y gemas. Después de varios años de éxodo, treces enanos, capitaneados por el descendiente del último rey de Erebor, acompañados de Gandalf, deciden emprender una aventura para recuperar Erebor. Para ello acuden a la Comarca para convencer al hobbit de que los acompañe en condición de saqueador.
Una vez iniciado el viaje, las aventuras y problemas se desencadenan sin fin: Trols, orcos en persecución de los enanos, la ayuda de los elfos de elfos en Rivendel, el encuentro entre Bolsón y Gollum (crucial para el desarrollo de la posterior Señor de los Anillos), la aparición de un nigromante y fuerzas oscuras que amenazan el mundo conocido.
Toda una superproducción al nivel del Señor de los Anillos, para lo cual Peter Jackson ha contado con los mismos medios que su anterior superproducción.
Imprescindible para todos los seguidores de la saga, entretenida para los no tan fanáticos.