Después de visitar el jueves Capri, el viernes Santo nos fuimos a Capri, a visitar la isla, tan conocida como un destino vacacional de primer orden.
Aprovechando que el hotel estaba cerca del puerto, nos fuimos dando un paseo hasta el puerto, y después de preguntar un par de veces en la terminal del puerto, pudimos llegar hasta el embarcadero del servicio de ferry que conecta Nápoles con Capri; después de esperar un poco y hacer bastante cola hasta que pudimos embarcar; en una media hora, estábamos ya desembarcando en el puerto de Capri, en Marina Grande.
Desde allí empezamos a subir por la carretera, andando, buscando el pueblo de Capri, aunque cuando vimos el servicio de autobuses de la isla, decidimos coger un autobús urbano para subir de forma más cómoda. El autobús nos dejó al comienzo del pueblo de Capri.
Allí estuvimos dando una vuelta por la ciudad: Callejeando por la ciudad, donde pudimos ver el comercio que hay en el pueblo (tiendas muy caras).
Estuvimos dando un paseo hasta que llegamos al parque de la Villa Krupp, donde el industrial Friedrich Alfred Krupp tenía una villa, con unas vistas impresionantes.
Desde allí nos volvimos a la ciudad, paseando y buscando algún sitio para comer; vimos una gran cantidad de restaurantes, aunque para pensar nos tomamos una cervecilla en la Piazzeta, y finalmente entramos a uno que estaba en un pasaje, donde pudimos disfrutar de platos típicos italianos; en mi casoun risotto con marisco. Los precios no eran precisamente baratos, pero el sitio merecía la pena; por lo menos para visitarlo al menos una vez.
Después de comer estuvimos dando una vuelta por la ciudad, aunque el tiempo cambió, nublándose un poco, así que poco a poco deshicimos el camino para volvernos al puerto y embargar rumbo a Nápoles otra vez.
Por el camino se habían quedado Anacapri y la villa de Tiberio; pero esperemos que otra vez vayamos con más tranquilidad de visita.
Una vez en Nápolesn en el hotel, después de cuharnos fuimos a buscar un sitio para cenar: Queríamos ir a la zona de Via dei Tribunali, en pleno casco antiguo de Nápoles, una avenida con soportales, y desde mi punto de vista, un tanto sucia y caótica, con mucha gente por la calle, tráfico, contenedores, ruido, tiendas, luces, un poco la esencia de Nápoles.
Aunque no tuvimos suerte y no encontramos un sitio para comer (sólo vimos sitios de fast-food y los restaurantes tenían una cola que se salía por la puerta), seguimos paseando, hasta que al final encontramos la «Pizzería Trianón», donde cenamos unas pizzas y nos volvimos para el hotel, volviendo por una amplia avenida con muchos edificios gubernamentales.
10 junio, 2013
por admin
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