
Hace muchísimos años que vi la primera película de la saga Jumanji; la original de 1995, protagonizada por Robin Williams, y la verdad es que desconocía que se había convertido en una relativa exitosa franquicia; de la que el año pasado llegó a las pantallas la cuarta entrega de la saga.
25 años después vuelven a traer la película, con un elenco de actores renovado, evidentemente. En la vida real somos testigos del fracasado Spencer, con un mal trabajo, mal valorado y que renuncia a luchar por la chica (Martha, interpretada por Morgan Turner) que le gusta; llega a casa de su abuelo, y al día siguiente desaparece. Al día siguiente sus amigos, llegan a casa del abulo buscándolo y se encuentran con el antiguo ordenador semi-destruído y ejecutando el juego «Jumanji», y casi sin querer se meten el videojuego, arrastrando también al abuelo de Spencer – Danny de Vito, «Eddie» Gilpin y su amigo Milo Walker; interpretado por Danny Glover.
Una vez dentro de Jumanji, todos están sorprendidos por sus nuevos papeles; algunos satisfechos como las del abuelo Gilpin; que ni siquiera se cree la mejora de la movilidad de sus articulaciones gracias al avatar que le ha tocado; el «Smolder» Bravestone (Interpretado por «La Roca – Dwayne Johnson) y otros más defraudados, como Fridge Johnson (Amigo de Spencer), que le toca el avatar del Profesor «Shelly» Oberon (Jack Black); y una vez dentro del videojuego, se tienen que enfrentar a mil y una aventuras; aunque esta película tras dejar atrás la jungla, son llevados en avioneta (conducida por un personaje esclavo del juego), para dejarlos en un desierto, donde tienen que ir superando diferentes pruebas, en un ambiente que parece una mezcla de los videojuegos de Assassin’s Creed y Tomb Raider; incluyendo hasta los famosos y odiados mostruos que tantas vidas nos costaban.
Una película entretenida, familiar, de aventuras; quizás algo más insulsa que la original de 1995; o quizás los recuerdos de nuestra juventud siempre tienen un carácter más positivo.
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