19 agosto, 2007
por admin
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El sábado fuimos de excursión «al Nido del águila», una excursión un poco curiosa.
El Nido del águila es un chalet que está en los Alpes, cerca del pueblo de Berchtesgaden y que perteneció a Adolf Hitler. Fue un regalo que le hizo Martin Bormann en nombre del partido nazi. El nombre en alemán es Kehlsteinhaus. Una de las cosas que más me llaman la atención es la altura: La casa se encuentra a 1834 metros, que poco más o menos es la altura de la Pandera. Pero nuevamente, los criterios de «alta montaña» cambian mucho en España y en Alemania.
Para ir desde Múnich, lo primero es coger un tren con dicrección a Freilassing, donde se hace trasbordo para coger otro tren que llega hasta la estación de trenes de Berchtesgaden. El recorrido engre Freilassing y Berchtesgaden es muy bonito, cambia por completo el paisaje, metiéndose por todos los Alpes, bosques, montañas, todo verde, un paisaje muy bonito. El viaje en total es un poco largo, prácticamente 3 horas para ir, y otras 3 horas para volver.
Desde la estación de trenes de Berchtesgaden hay que ir hasta la «estación de autobuses», un descampado que hay detrás y donde paran varias líneas de autobuses que conducen a distintos puntos en la zona. Hay que coger el que lleva hasta «Documentación» (Documentation Center Obersalzberg), donde hay un museo con los horrores del nazismo. Las cuestas son impresionante… si yo me quejaba de la Pandera y sus rampas, aquí se ve una señal que avisa de una rampa… ?Del 24 %! Se tienen que pasar unas fatigitas para subir con la bicicleta… Desde el centro de Documentation, donde hay un Biergarten, por si hay tiempo para comer, se coje un nuevo autobús que conduce directamente hasta el punto más alto accesible por coche. Desde ahí sólo queda coger el ascensor hasta la casa. La segunda carretera, me parece que es de acceso restringido y sólo pueden subir estos autobuses, es una carretera muy estrecha, de un sólo sentido, con barrancos y taludes a ambos lados de la carretera, realmente impresionante.
Una vez que se llega hasta la explanada, se elige la hora a la que se quiere bajar (todo está muy controlado, porque no se puede quedar nadie allí arriba), y se pasa a un pasillo que conduce al ascensor que construyeron para Hitler y que sube 124 metros, hasta el interior del chalet.
La casa está hoy en día convertida en un restaurante, y lo más interesante son las vistas que hay desde la zona. Desgraciamente, el sábado estuvo nublado y no se veía mucho… Pero allí se puede aprovechar para comer, dar un paseo por los alrededores, comprar algunos recuerdos, ver una exposición que hay sobre la historia de la casa, desde la construcción, hasta como fue ocupado después de la guerra por los aliados, etc.
Después sólo queda deshacer el viaje hasta Múnich, volviendo a coger los mismos autobuses y trenes. Aunque si se dispone de tiempo, es recomendable dar una vuelta por Berchtesgaden, un pueblo muy bonito, enclavado en los Alpes, con calles empinadas, casas con pinturas y tejados a dos aguas, donde se pueden dar un paseo muy agradable.
La verdad es que la recomendación que hay que hacer es que viendo lo justos que vienen los horarios de los autobuses y de los trenes, salir temprano, para tener tiempo suficiente para subir a la casa, comer, dar una vuelta por el pueblo, hay que pensar que se invierten casi 6 horas en el desplazamiento en tren desde Múnich.