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Blog personal de José Ramón Martínez Pérez.

16 agosto, 2007
por admin
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Excursión a Herrenchiemsee

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Vaya nombrajo, eso de Herrenchiemsee, cualquiera sabe lo que significará, en fin, vayamos por partes, como dijo Jack el Destripador.
Como adelantaba el otro día, este fin de semana tuve visita, así que aprovechando que el miércoles era fiesta (Virgen de la Asunción o Maria Himmelfahrt como le llaman aquí), pedí dos días de vacaciones, lunes y martes para aprovechar y poder hacer un poco de turismo.
El primer sitio que decidimos visitar fue el palacio de Herrenchiemsee, es un palacio, que como su nombre indica está en el lago Chiemsee, en una isla llamada Herreninsel, facilísimo, si es que estos alemanes son muy lógicos.
La ruta desde Múnich es bastante fácil, hay que coger un tren directo hasta un pueblo llamado «Prien am Chiemsee«, el trayecto dura sobre una hora y tres cuartos, poco más o menos, desde la estación de trenes hay que llegar hasta el embarcadero del lago, se puede ir andando dando un paseo por el pueblo o coger un tren de vapor que tienen especialmente para eso. Y es que esto es una zona muy turística.
Una vez que se llega al embarcadero, hay tres rutas diferentes: Herreninsel solamente, Herreninsel y Fraueninsel y uno completo que comprende Herreninsel, Fraueninsel y Gstadt, dependiendo del tiempo del que se disponga, se puede elegir un recorrido más corto u otro más largo.
Después de un viaje de una media hora en el barco, se llega al embarcadero de la Herreninsel, donde están las taquillas para la entrada al palacio. Desde allí, dando un paseo por la isla de unos 10 minutos, a través de unos típicos bosques alemanes, se llega al palacio.
Las visitas son guiadas, están en castellano y no dejan hacer fotografías…, igual que en el de Neuschwanstein.
El palacio fue construido por Luis II de Baviera, a imitación de Versalles… Luis II visitó el Palacio de Versalles, en pleno siglo XIX, un siglo después de la Revolución Francesa, y convertido el palacio ya en museo; y se quedó fascinado con el Palacio, eso junto con el gran interés que le despertaba Luis XIV, monarca absolutista francés que reinó durante la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del XVIII y que se dedicó a hacerle la puñeta a España, llevaron a Luis II a construirse una réplica de palacio de Versalles en Baviera…
Pero una réplica en el sentido más literal de la palabra, una auténtica copia, al más puro estilo chino, copiando hasta los cuadros que decoraban Versalles, los escudos de Francia y de los Borbones y hasta incluso las armas que debería portar la guardia, un poco obsoletas ya para su época.
Desde mi punto de vista, algo totalmente carente de sentido, y es que este hombre no estaba muy bien con la cabeza.
Al final tanto gasto, y sólo pudo disfrutar del palacio 10 días y 9 noches, y una gran parte del palacio está sin terminar por lo repentina de la muerte del rey.
Como en otros palacios, también tenía una mesa especial que era como un montacargas, que se bajaba y se subía para que los sirvientes no tuviesen que ver al rey mientras ponían la mesa. El sistema de calefacción era por aire caliente, que los guías te lo venden como un sistema modernísimo y muy avanzado para su época… lo que no saben es que ya los romanos utilizaban ese sistema (por ejemplo en la villa de Almedinilla), así que ya llevaba unos 2000 años en uso…
Una historia curiosa la del palacio.
Después de visitar el palacio, nos volvimos para comer en el Biergarten que hay en la ciudad, y visitar el convento de los agustinos que hay en la isla, donde en 1948 se firmó la constitución de la República Federal de Alemania, y que está convertido en un museo, donde hay exposiciones curiosas, por ejemplo, algunas habitaciones donde estuvo Luis II mientras construían su palacio, la sala donde se firmó la constitución, algunos carteles de propaganda política de la posguerra.
Y como ya era tarde por un lado, y se puso a llover («ventajas» del verano alemán), nos volvimos para Múnich, deshaciendo el viaje, barco hasta Prien, tren de vapor, y tren normal hasta Múnich.