El pasado domingo aproveché para ir con unos amigos al cine, a ver uno de los últimos estrenos: Los Juegos del Hambre, una película estadounidense del 2012, dirigida por Gary Ross, basada en la novela homónima.
En un futuro distópico, el Capitolio, la capital de un vasto imperio, dividido en distritos y que gobiernan con mano de hierro desde la última revuelta acaecida hace 70 años. Una de las formas que utilizan para atemorizar a los ciudadanos y mantenernos fieles, dóciles y trabajadores a su autoridad es la de organizar anualmente «Los Juegos del Hambre», en el que eligen a un chico y una chica de cada distrito al azar, para llevarlos a la capital, donde lucharán a muerte hasta que sólo uno quede vivo, retransmitido en directo por televisión, como si de Gran Hermano se tratara.
En este escenario es donde nos presentan a Katniss Everdeen, interpretada por Jennifer Lawrence, una sencilla chica de pueblo, de familia de mineros, huérfana de padre, que se encarga de mantener a su hermana y madre, sencilla, amante del campo y de la naturaleza donde consigue la comida con su habilidad con el arco. En un acto de valentía se presenta como voluntaria a los Juegos del Hambre en el lugar de su hermana.
Una película que me recordó ligeramente a «The Running Man» o Perseguido de Schwarzenegger, quizás también con un ligero toque a una libre interpretación de la historia del Imperio Romano (y sus víctimas humanas en el circo), si bien ha recibido relatiavemente buenas críticas, para mí no deja de ser una película taquillera, de masas y entretenida.
Los Juegos del Hambre
1 mayo, 2012 | Sin comentarios