El sábado fue el segundo día de turismo con mi hermana (o tercero, según se mire); después de descansar todo lo que pudimos (es decir, que nos levantamos tarde), el plan era seguir visitando cosas por Dresden. Se me ocurrió que podríamos visitar un poco la zona este de la ciudad, donde están los famosos palacios del Elba, el Blaues Wunder.
Así que después de desayunar en la residencia, cogimos el tranvía 11 y rumbo a los palacios del Elba. Los palacios del Elba de Dresde son tres: «Albrechtsberg», «Stockhausen (Lingnerschloss)» y «Eckberg». El primero que visitamos, y con un tiempo bastante malo, en el que no paraba de llover, fue el de «Alberchtsberg«, construídos a mediados del siglo XIX para el príncipe Alberto de Prusia, hermano de los reyes Federico Guillermo IV y Guillermo I. Rodeado de unos amplios jardines a varios niveles que incluso permiten descender hasta el Elba, y con muchas fuentes son un lugar muy bonito para pasear o disfrutar de las vistas del casco antiguo de Dresde en la lejanía.
Hoy en día este palacio se dedica para congresos, conciertos, y cosas similares; de hecho nosotros nos encontramos una boda.
El siguiente palacio que visitamos fue el «Lingnerschloss«, que está en obras para su restauración, aunque en el patio hay un Biergarten, que estaba cerrado por las lluvias y en las alas laterales hay unas galerías con un restaurante. Era la antigua residencia del Baron de Stockhausen, ayudante del Príncipe Alberto, y se construyó junto con el anterior palacio a la vez. El Biergarten se encuentra en el patio trasero y tiene también una terraza muy apropiada para disfrutar de las vistas de la ciudad.
Volvimos a la calle, para salir del recinto del palacio (Los tres palacios están incomunicados entre sí y no se puede pasar de un palacio a otro), y entramos en el tercero, Eckberg, un poco posterior a los anteriores, construido en 1859 – 1861, ahora está convertido en un hotel.
Con tanto paseo y tanto palacio, se nos hizo tarde, y entraron las ganas de comer, así que nos quedamos a comer por la zona: cogimos el tranvía y bajamos hasta el «Brauhaus am Waldschlí?sschen«, un típico restaurante alemán, no muy lleno de turistas, y que elaboran su propia cerveza; allí como no, pude disfrutar de un buen codillo y un Apfelstrudel.
Continuando con nuestra ruta turística por la zona, volvimos a coger el tranvía, esta vez para ir hasta Schillerplatz (Por esta zona es donde me compré la K7), desde allí nos fuimos dando un paseo hasta el Blaues Wunder, el puente de acero construído a finales del siglo XIX y del que están tan orgullosos los habitantes de Dresden. Allí pudimos ver los primeros síntomas de las futuras inundaciones que habría por la región: El nivel del río había subido varios metros, y si no, que se lo digan al dueño de este coche…).
Una vez en la otra orilla del Elba, fuimos a buscar los Teleféricos de Dresden: Dos trenes que arrancan casi al nivel del río y suben unos 100 metros en unos pocos minutos, y operados por la empresa municipal de transporte. Hay dos, el Schwebebahn, que fue el que cogimos, y el Standseilbahnen.
Desde el Schwebebahn, se llega a una zona en la que hay unos miradores en el propio edificio del Teleférico. La lástima es que el día no acompañase, por las lluvias y las nubes…
Y después nos volvimos para la residencia, que el día no acompañaba, mucha lluvia, mucho frío, y mucho andar. Malos compañeros todos juntos…
13 agosto, 2010
por admin
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